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La dependencia de la nube y la concentración regional de centros de datos han quedado al descubierto tras la reciente caída masiva que afectó a múltiples servicios en octubre de 2025. El incidente, originado en la región US-EAST-1 de Amazon Web Services (AWS), provocó interrupciones en plataformas populares y mostró la fragilidad del ecosistema digital global.

Para los expertos existen patrones y condiciones de riesgo que elevan la probabilidad de nuevos apagones. La centralización de servicios en unos pocos proveedores y la creciente demanda por sistemas basados en IA sobrecargan infraestructuras críticas, según análisis y comunicados oficiales de AWS.

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¿Qué falló y por qué puede volver a pasar?

El fallo se originó en la base de datos de AWS que generó latencias y errores en cadena. Cuando un servicio de infraestructura crítica se degrada, muchas aplicaciones pierden acceso a recursos esenciales y se producen efectos en cascada.

Investigaciones periodísticas y técnicas han documentado cómo la dependencia de una sola región multiplica el impacto en caso de incidentes.

La caída de servidores de Amazon causó disrupciones en múltiples plataformas (Fuente: archivo).
La caída de servidores de Amazon causó disrupciones en múltiples plataformas (Fuente: archivo).

Los especialistas recomiendan medidas concretas: distribución multicloud, pruebas de conmutación por error regulares y diseño de aplicaciones tolerantes a fallos. Estas prácticas reducen la exposición, pero implican costes y complejidad operacional, lo que explica por qué no son universales.

¿Cuándo podría volver a ocurrir un apagón así?

Los expertos explican que los riesgos aumentan en periodos de mayor tráfico, cambios de configuración masivos o actualizaciones críticas sin pruebas adecuadas. La historia reciente muestra incidentes regionales que duran horas, no días, pero con consecuencias económicas relevantes. Organismos y empresas de infraestructura publican postmortems que ayudan a mitigar repeticiones, pero no a evitarlas por completo.

En los últimos años, los apagones globales de internet han mostrado una frecuencia que comienza a ser preocupante. Caídas como la de diciembre de 2021, julio de 2023 y junio de 2024 marcaron una tendencia de incidentes cada 12 a 18 meses, todos asociados a picos de demanda y fallos en servicios en la nube.

Este patrón temporal sugiere que, si el ritmo se mantiene, el próximo gran apagón podría ocurrir entre mediados y fines de 2026, aunque los expertos insisten en que todo dependerá de cómo evolucionen las infraestructuras y las prácticas de resiliencia tecnológica en los próximos meses.