

En Madrid, pocas tradiciones se viven con tanta devoción como la de sentarse a la mesa de domingo frente a una buena paella. Entre las arrocerías más reconocidas, Berlanga había anunciado que bajaba la persiana el 30 de septiembre. La noticia cayó como un jarro de agua fría para sus fieles clientes, que se apresuraron a reservar las últimas mesas y compartir fotos del socarrat.
Lo que parecía un cierre definitivo terminó dando un giro inesperado. José Luis García-Berlanga, hijo del cineasta y alma del proyecto, decidió dar marcha atrás ante la avalancha de reservas y el respaldo masivo de su público, tal como explicó en las redes sociales del local.
De la despedida al aplauso final
El restaurante Berlanga, ubicado en la Avenida Menéndez Pelayo 41, frente al Retiro, iba a despedirse tras cuatro años de historia. El propio García-Berlanga había comunicado que el 30 de septiembre sería el último día de servicio. Sin embargo, el cariño de los comensales y el lleno total en las últimas semanas cambiaron el desenlace: "Ante la avalancha de reservas hemos decidido continuar".

Así, lo que iba a ser un último arroz compartido se convirtió en una nueva temporada. El cocinero confesó que seguirá "durante una temporada larga", manteniendo vivo un espacio que ya es parte de la memoria gastronómica de la capital.
Una carta que sabe a Albufera
El catálogo de la casa incluye clásicos como el arroz a banda, el de señoret, el negro o el de bacalao con coliflor. También propuestas con espinacas, rape, gambón y verduras. En cada cazuela viajaba un pedazo de la Albufera hasta Madrid, con variedades de grano cultivadas en la Comunidad Valenciana. "El arroz no tiene secretos, solo cariño, dedicación y un buen grano", repetía el chef.
Más allá de las recetas, el local se convirtió en refugio de tertulias culturales, donde el cine y la cocina se entrelazaban. Entre carteles de El verdugo y Bienvenido, Mister Marshall, películas dirigidas por su padre, se compartían sobremesas que evocaban tanto a la gran pantalla como a la mesa familiar.
Un homenaje al apellido Berlanga
Desde su apertura en 2020, el restaurante fue concebido como homenaje a Luis García Berlanga. Cada rincón evocaba al maestro del cine español: carteles, fotografías y recuerdos de rodajes. José Luis trasladó a la cocina lo que había aprendido de su abuela Lola y de su madre, así como el espíritu de su padre, que entendía como pocos el poder de las sobremesas largas.
Durante la pandemia, el negocio sobrevivió gracias al delivery. Mientras Madrid callaba, las cazuelas se cocinaban para cientos de hogares. "Sobrevivimos porque el arroz es familia", explicaba su propietario. Esa resistencia, ahora, se renueva en un contexto más favorable.

¿Qué significa este regreso para Madrid?
El caso de Berlanga refleja un fenómeno particular de la hostelería madrileña: la capacidad de reinventarse ante la adversidad. Su marcha atrás no solo garantiza la continuidad de un espacio gastronómico único, también devuelve al mapa de la ciudad una de sus paellas más codiciadas. Para quienes ya se despedían de sus mesas, el anuncio fue una segunda oportunidad.
Y mientras el chisporroteo del socarrat continúa, Berlanga vuelve a recordarle a Madrid que, como en el cine, a veces el guion cambia sobre la marcha. Esta vez, para bien.















