

El 12 de febrero de 1976, en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México, se produjo un incidente que conmocionó al mundo literario: Mario Vargas Llosa propinó un puñetazo a Gabriel García Márquez, dejando al colombiano con un ojo morado y sorprendiendo a los presentes.
Este acto violento puso fin a una amistad de años entre dos de los más grandes escritores del siglo XX, y desde entonces, las razones detrás de la agresión han sido objeto de especulación y debate.
La relación entre ambos escritores había sido cercana y fructífera. Compartieron proyectos, admiración mutua y una visión común sobre la literatura. Sin embargo, diferencias personales y políticas comenzaron a tensar su vínculo, culminando en el mencionado altercado.
El pasado 13 de abril de 2025, Vargas Llosa falleció en Lima a los 89 años, rodeado de su familia. El escritor peruano y Premio Nobel de Literatura en 2010 fue cremado en una ceremonia íntima, cumpliendo su deseo de evitar homenajes públicos. Sus restos fueron entregados a sus tres hijos, quienes agradecieron las muestras de cariño recibidas y pidieron respeto a la privacidad del duelo familiar.
Las teorías detrás del puñetazo de Vargas Llosa a García Márquez
Existen varias hipótesis sobre las causas del conflicto. Una de las más difundidas sugiere que Vargas Llosa sospechaba que García Márquez había tenido una relación cercana con su esposa, Patricia Llosa, durante un período en que el matrimonio atravesaba dificultades. Según esta versión, el escritor peruano habría interpretado esta cercanía como una traición personal, lo que desencadenó su reacción violenta.

Otra teoría apunta a diferencias ideológicas. Mientras que García Márquez mantenía una postura cercana al régimen cubano, Vargas Llosa se había distanciado críticamente del mismo, especialmente después del caso Padilla en 1971. Estas discrepancias políticas podrían haber exacerbado las tensiones entre ambos, contribuyendo al deterioro de su amistad.
Consecuencias de la ruptura entre García Márquez y Vargas Llosa
Tras el incidente, García Márquez y Vargas Llosa no volvieron a hablarse. La ruptura de su relación simbolizó también una fragmentación en el llamado "boom latinoamericano", movimiento literario del que ambos eran figuras centrales. La agente literaria Carmen Balcells, quien representaba a ambos escritores, intentó sin éxito reconciliarlos.
A pesar de los intentos de reconciliación por parte de amigos y colegas, Vargas Llosa y García Márquez nunca volvieron a encontrarse de manera amistosa. En 2017, durante un curso de verano sobre "Cien años de soledad", alguien preguntó a Vargas Llosa si había vuelto a ver a Gabo tras aquel 12 de febrero. Su respuesta fue seca y definitiva: "No". Luego, añadió: "Entramos en terrenos peligrosos. Es hora de poner fin a esta conversación".

Pero, más allá de la enemistad, García Márquez mostró respeto por la obra de su examigo. Cuando Vargas Llosa publicó "La fiesta del chivo" en 2000, García Márquez elogió la novela en privado, reconociendo su calidad literaria. Este gesto, aunque no significó una reconciliación, evidenció la complejidad de su relación.












