

Durante siglos, la interpretación de los motivos detrás de la construcción de la Muralla China se han basado en su función militar. Según esta lógica, se trataba simplemente de una barrera gigantesca para frenar invasiones. Sin embargo, los últimos hallazgos de la Universidad de Cambridge han modificado esta lógica para poner el foco en lo económico y social.
Los avances científicos y las nuevas tecnologías arqueológicas han permitido revelar aspectos previamente desconocidos de esta maravilla arquitectónica. Estas evidencias recién descubiertas sugieren que la Gran Muralla podría haber tenido propósitos diferentes a los tradicionalmente aceptados, más allá de su conocida función defensiva.
El estudio del muro medieval de 737 kilómetros, ubicado al norte de China y noreste de Mongolia, ha revelado la existencia de estructuras auxiliares que podrían estar asociadas al pastoreo. Según los investigadores, más que un frente de batalla, pudo haber sido un límite para controlar el movimiento de animales y proteger zonas agrícolas clave.

El motivo principal de la construcción
La Gran Muralla China, una de las estructuras más impresionantes jamás construidas y objeto de numerosos mitos y leyendas, parecía tener un propósito claramente defensivo para proteger al imperio. Pero esta interpretación tradicional se ha visto cuestionada por recientes hallazgos.
Más allá de su imagen como baluarte militar, el dato clave es que la Muralla habría servido para regular el pastoreo y la ganadería, una función esencial en una región donde los rebaños eran el sustento para el imperio. El artículo académico explica que este hallazgo obliga a reconsiderar la narrativa oficial.

El proceso detrás del descubrimiento
Al estudiar un monumento histórico, los investigadores suelen enmarcarlo en un contexto específico que muchas veces se cree inmutable. Así, la Muralla China fue considerada como una construcción militar por siglos. Sin embargo, nuevos estudios y descubrimientos pueden alterar esa percepción y modificar el significado.
Las novedades propuestas por este estudio tienen el potencial de revolucionar la comprensión de la sociedad sobre el monumento milenario. A la vez, se podría alternar la perspectiva actual y girar hacia una comprensión más completa y contextual de uno de los símbolos más emblemáticos de la civilización humana.
Consejos para visitar la Gran Muralla
El tramo más popular para visitar la Gran Muralla China es el de Badaling, que queda a 70 kilómetros de Pekín. Este camino se encuentra restaurado, por lo que es la opción turística por excelencia.
Para llegar, lo recomendable es viajar desde Pekín, la ciudad capital de China, desde donde los accesos más populares son el tren de cercanías, con un viaje estimado de menos de una hora, o el Mutianyu, un autobús turístico que hace el recorrido en 90 minutos. Ambos transportes cuentan con aparcamientos oficiales y servicios básicos incluidos.
La AEMET de China recomienda primavera (abril-mayo) y otoño (septiembre-octubre) para visitar la muralla. En verano, el calor es intenso y en invierno la nieve limita el acceso. También puede ser fundamental llevar calzado cómodo, ya que los escalones son irregulares y las pendientes, pronunciadas.
El acceso a los tramos más turísticos ronda entre 40 y 60 yuanes (5-8 euros). Algunos sectores, como Jiankou, son gratuitos por no estar regulados, pero carecen de seguridad y servicios. Desde Pekín, este paseo también se puede combinar con la visita a la Ciudad Prohibida o el Palacio de Verano.















