

En el mundo de la biología y la conservación, pocas noticias resultan tan emocionantes como el redescubrimiento de una especie que se creía extinta. Estos hallazgos recuerdan la vastedad y el misterio que aún envuelven a la biodiversidad global, así como la importancia de los esfuerzos de conservación.
Así, un coral que se consideraba extinto desde hace casi 25 años fue hallado nuevamente en las profundidades de las Islas Galápagos, lo que desafía las previsiones de la comunidad científica sobre su posible extinción y una crisis global de los arrecifes.
Más de 250 colonias sanas de Rhizopsammia wellingtoni, especie endémica de este archipiélago ecuatoriano, fueron localizadas por un equipo internacional de biólogos en enero de 2024, aunque los resultados fueron publicados recientemente, según informó Smithsonian Magazine.

¿Qué representa este hallazgo para la preservación de la vida marítima?
La expedición científica responsable del redescubrimiento no tenía como objetivo inicial buscar este coral. Los investigadores buceaban al sur de Tagus Cove, en la Isla Isabela, en busca de una nueva babosa marina cuando, de manera fortuita, encontraron más de un centenar de colonias del coral en un arrecife rocoso a 12 metros de profundidad.
Los científicos explicaron que celebraron el hallazgo con saludos bajo del agua y que su entusiasmo creció al observar las numerosas colonias, una señal de que la especie se reproduce. Luego, el equipo recorrió nuevos sitios y halló colonias adicionales en otros dos puntos de la Isla Isabela y en un área de la Isla Fernandina.
La mayoría de los corales son coloniales, es decir, están formados por muchos pólipos individuales que viven juntos en una colonia y comparten un esqueleto. Sin embargo, R. wellingtoni es un coral solitario, lo que significa que cada pólipo vive de manera independiente.

El coral que se creía extinto hace 25 años y reapareció en las Islas Galápagos
Rhizopsammia wellingtoni es única y exclusiva de las Islas Galápagos, un archipiélago volcánico a unos 965 kilómetros de la costa continental de Ecuador. El primer ejemplar fue recolectado en 1974 y la especie recibió su nombre en 1982 en honor al biólogo Gerard M. Wellington, de la Universidad de Houston, quien la descubrió.
Los pólipos son diminutos y las colonias, pequeñas, generalmente de menos de 1,3 centímetros de ancho. Estas particularidades facilitan que pase inadvertido incluso ante especialistas.
Durante más de 20 años, la ausencia de registros oficiales consolidó la sospecha de su desaparición. El reciente descubrimiento, reportado por Smithsonian Magazine, despertó entusiasmo en el ámbito científico, aunque los expertos advierten que la recuperación de la especie no está garantizada.














