La guerra en Ucrania ha escalado hasta convertirse en uno de los principales focos de tensión internacional. Desde su inicio en 2022, el conflicto ha provocado millones de víctimas, desplazamientos masivos y una creciente polarización entre potencias occidentales y el Kremlin.
Ahora, la posible intervención armamentística de Estados Unidos ha adquirido una nueva dimensión. El presidente Donald Trump ha declarado que considerará permitir el envío de misiles Tomahawk de largo alcance a Ucrania si Rusia no detiene la ofensiva militar.
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Trump plantea una advertencia directa al Kremlin
"Estoy considerando decirle al presidente de Rusia que, si la guerra en Ucrania no termina, permitiré el envío de misiles Tomahawk de largo alcance a Kiev", afirmó Trump a los periodistas desde el avión presidencial.
Aunque aún no ha tomado una decisión definitiva, indicó que el tema fue tratado con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en dos conversaciones telefónicas recientes.

"(A Ucrania) le gustaría tener Tomahawk. Hablamos de eso, y ya veremos. Para ser sincero, quizás tenga que hablar con Rusia sobre los Tomahawk. ¿Quieren tener misiles Tomahawk dirigiéndose hacia ellos? No lo creo", añadió Trump, dejando abierta la posibilidad de una escalada armada si Moscú no cede en sus posiciones.
Estas declaraciones se producen mientras la administración estadounidense y Kiev refuerzan sus contactos para evaluar el suministro de armamento de mayor alcance, en un contexto de ofensiva rusa sostenida sobre infraestructuras clave en Ucrania.
Zelenski presiona para recibir los misiles
El presidente ucraniano considera que el envío de misiles Tomahawk podría forzar a Putin a sentarse a negociar. "Es importante enviar una señal de que se reforzará a Ucrania por todos los medios posibles. Y uno de esos medios importantes para mí son los Tomahawks", señaló Zelenski en una rueda de prensa.

Según el mandatario, estas armas de largo alcance, que pueden alcanzar hasta 2500 kilómetros, "pueden reforzar a Ucrania y forzar a los rusos a moderarse un poco y a sentarse en la mesa de negociación".
Mientras tanto, una delegación ucraniana encabezada por Andrí Yermak y la primera ministra Yulia Sviridenko se encuentra en Estados Unidos para tratar directamente sobre envíos de armamento y nuevas sanciones contra Rusia.
La solicitud de misiles Tomahawk no es nueva. Zelenski ha insistido desde hace meses en la necesidad de contar con este tipo de armamento, especialmente ante los bombardeos recientes que han dañado gravemente instalaciones eléctricas y gasísticas del país.
Advertencia rusa y tensión creciente
La reacción de Moscú no se ha hecho esperar. Dmitri Medvédev, expresidente ruso y actual subjefe del Consejo de Seguridad, afirmó en su canal de Telegram que "la entrega de esos misiles puede acabar mal para todos y, en primer lugar, para el propio Trump".
"Nos queda esperar que se trate de otra amenaza vacía", remató Medvédev, quien ya ha mantenido cruces verbales con Trump en otras ocasiones. La tensión entre ambos líderes refleja el grado de fricción entre las dos potencias, mientras el Kremlin evalúa las posibles respuestas a un eventual suministro de misiles por parte de EE.UU.

Trump, por su parte, ha insistido en que primero debe solucionarse el conflicto con Rusia antes de abordar otros temas internacionales. "Creo que tenemos una oportunidad [de paz con Irán]. (...) Pero primero tenemos que resolver lo de Rusia. Tenemos que encargarnos de eso primero", declaró desde el Parlamento israelí.
El escenario está marcado por una escalada retórica y militar que podría redefinir el curso del conflicto en Europa del Este. La decisión de Washington sobre el envío de misiles Tomahawk podría tener implicaciones de largo alcance para la seguridad regional e internacional.














