

El reino animal guarda sorpresas. Hay criaturas que desaparecen y, décadas después, algunos se plantean traerlas de vuelta. En la Europa moderna, hablar de recuperar grandes carnívoros no es ciencia ficción, sino parte de un debate urgente entre ecologistas, ganaderos y administraciones.
Cataluña se suma a ese debate. Dos asociaciones han presentado una iniciativa que pretende reintroducir el lince boreal (Lynx lynx) en el Pirineo catalán, donde se extinguió en la década de 1930.
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El plan contempla una primera fase con ejemplares castrados, con el fin de estudiar su impacto sin alterar el equilibrio reproductivo del ecosistema.

La vuelta de un cazador mítico a los Pirineos
Las organizaciones Amics del Parc Natural del Alt Pirineu y ADLO Pirineo impulsan este proyecto. Su objetivo consiste en evaluar si la presencia del lince boreal, aunque sin capacidad de reproducción, puede mejorar el estado de los ecosistemas del parque natural más grande de Cataluña.
El lugar elegido para la experiencia es el Parque Natural del Alto Pirineo (Alt Pirineu). Este entorno cuenta con características ideales como bosques extensos, escasa presión humana y una cadena trófica activa.
El experimento busca conocer cómo influye el lince en las poblaciones de ungulados como ciervos o rebecos, y si su aparición reduce la presencia de depredadores oportunistas que amenazan a especies vulnerables como el urogallo.
Para llevarse a cabo, la propuesta necesita luz verde en tres niveles. Primero por parte del parque natural, luego por la Generalitat de Cataluña y finalmente por el Ministerio de Transición Ecológica. La iniciativa retoma una propuesta de 2016 que quedó archivada por falta de consenso político y técnico.
Puntos críticos que no se pueden ignorar
Los detractores del proyecto advierten sobre varios riesgos. Aunque los ejemplares iniciales serían estériles, una futura liberación de linces fértiles podría conducir a hibridaciones no deseadas con el lince ibérico, una especie distinta y en recuperación activa. Investigaciones del CSIC han documentado contactos genéticos entre ambos linces en épocas pasadas.
Además del factor genético, existen preocupaciones ecológicas y sociales. El regreso de un gran carnívoro puede alterar equilibrios, provocar competencia con otros depredadores o afectar al ganado.
Por otro lado, ganaderos, cazadores y pobladores de la zona temen restricciones, pérdidas económicas y nuevos conflictos. Aunque el plan incluye compensaciones, la experiencia demuestra que no siempre bastan para evitar la oposición vecinal.
También preocupa la seguridad de los propios animales. Las carreteras, la fragmentación del hábitat y el riesgo de atropellos representan amenazas reales para una especie tan esquiva como sensible.
Un proyecto valiente que pone a prueba la convivencia
Los impulsores de la propuesta defienden su valor como prueba piloto. Afirman que el exceso de ungulados en muchas zonas pirenaicas ha causado desequilibrios ecológicos, y que el retorno de un depredador ápice como el lince boreal podría restaurar esos sistemas naturales.
Lejos de ser una introducción artificial, subrayan que este felino habitó los Pirineos durante siglos y que su desaparición fue consecuencia directa de la persecución humana. La reintroducción, por tanto, representa una forma de justicia ecológica.

La experiencia catalana podría sentar precedente para otros territorios europeos que buscan recuperar especies desaparecidas. Pero lograrlo implicará algo más que voluntad política o técnica. Requiere sensibilidad, consenso, rigor científico y, sobre todo, una nueva forma de convivir con la fauna salvaje.
Y si se consigue, tal vez los bosques pirenaicos vuelvan a escuchar el sigiloso paso de este superdepredador que durante casi un siglo pareció perdido para siempre.













