

Durante décadas, algunas de las mayores minas de oro de Latinoamérica concentraron miles de trabajadores en condiciones extremas. La búsqueda, recolección y extracción de este bien preciado transformó pueblos y generó disputas sobre el control de la riqueza y seguridad de los trabajadores.
Actualmente, son muchas las zonas que permanecen inactivas dado el riesgo de la actividad o la falta de inversión para la extracción. Sin embargo, la fiebre del oro continúa viva y son muchos los interesados en revitalizar la minería a cielo abierto.
Este es el caso de la mina de oro de Serra Pelada, la mayor excavación artesanal a cielo abierto en la historia de Brasil, que enfrenta grandes desafíos para reanudar su actividad, aunque su reapertura todavía se mantiene como una posibilidad. Las disputas entre los mineros, una elevada deuda y los requisitos ambientales complican la realización de este anhelo.

La historia detrás de la mina de oro a cielo abierto más grande de Latinoamérica
La mina de Serra Pelada, ubicada en el estado brasileño de Pará, se convirtió en un símbolo de la fiebre del oro durante la década de 1980. Su descubrimiento provocó un flujo masivo de mineros y transformó la región en un epicentro de actividad extractiva.
En su punto más alto, cerca de 100.000 trabajadores se concentraban en la excavación, que llegó a ser considerada una de las mayores minas de oro a cielo abierto de Latinoamérica. Hoy en día, el agujero de más de 150 metros de profundidad de la antigua mina está lleno de agua y tiene el aspecto de un lago.
El trabajo era completamente manual y los mineros cargaban sacos de roca de 30 a 60 kg y ascendían por escaleras de madera conocidas como “Adiós mamita”. Cada jornada implicaba riesgos constantes, como deslizamientos de tierra y caídas, mientras los trabajadores buscaban oro con la esperanza de cambiar su destino económico.

La clausura definitiva de la mina de Serra Pelada
El Gobierno cerró la mina en 1992 por cuestiones de seguridad y cuando la extracción ya estaba en declive. Entre los trabajadores históricos, Chico Osório representa un ejemplo vivo de la minería artesanal. Tras décadas de experiencia, continúa inspeccionando pozos y maquinaria deteriorada en la zona.
Osório tuvo suerte y extrajo casi 700 kilos de oro; parte lo depositó en un banco, otro poco en la compra de dos avionetas y el resto lo invirtió en equipo. Por otro lado, su banco de ahorros quebró y de sus inversiones iniciales solo le quedan este pozo y cierta maquinaria.
“Lo más difícil es llegar al oro; después, ya no falta dinero, equipo bueno”, aseguró, optimista, en una entrevista recopilada por la agencia de noticias EFE.
Los planes de reapertura para la mina de oro a cielo abierto más grande de Brasil
Actualmente, muchos antiguos mineros viven en Curionópolis y participan en cooperativas locales. Estas organizaciones intentan reactivar la mina, pero enfrentan disputas internas, deudas millonarias y problemas legales que complican la obtención de permisos y la planificación de nuevas operaciones.
Algunos mineros han optado por la actividad clandestina, aunque se han realizado distintas operaciones policiales para detener esta práctica ilegal. No obstante, la extracción informal demuestra que el oro aún está presente en el terreno y todavía existe la posibilidad de recuperación.
La reapertura, si se realiza, deberá equilibrar la oportunidad económica con la protección del ecosistema, un desafío que se repite en muchas de las mayores minas de oro de Latinoamérica. Este equilibrio entre beneficio económico y sostenibilidad es clave para el futuro de la minería en la región.














