

El jamón es un típico producto español que, cada vez más, es considerado en todo el mundo como una delicadeza culinaria. Eso, claro, cuando se lo trata bien y se lo comercializa mejor. No es un trabajo para cualquiera, porque la dedicación necesaria requiere atención e interés en el producto.
Una de las cadenas españolas dedicadas a dar a conocer nuestro producto de bandera es Enrique Tomás, que pasó de ser una pequeña carnicería en el mercado de La Salut, en Badalona, hasta las más de 150 tiendas en todo el mundo de la actualidad, modelo de franquicias mediante.
Para conocer más de la historia, del presente, y del futuro de esta marca españolísima, El Cronista España se comunicó con Albert Tomás, el hijo del fundador, y Marcelo Scocco, el empresario que decidió llevar esta franquicia a su país natal, la Argentina.
De una charcutería de barrio al mundo
La historia de Enrique Tomás es un ejemplo de cómo la tradición puede transformarse en un negocio global. Fundada en 1987 en Barcelona, la empresa familiar evolucionó con paso firme durante dos décadas. "Ha sido un proceso muy progresivo", relata Albert Tomás.
La verdadera expansión llegó en 2006, cuando la empresa abandonó el concepto de charcutería tradicional y apostó por un modelo centrado 100% en el jamón ibérico. "Comenzamos a abrir locales en centros comerciales, con charcuterías muy enfocadas en el jamón. Ya no aparecía la palabra ‘charcutería' en los rótulos, sino jamonería", detalla Tomás.
Para 2008 incorporaron barras de degustación dentro de las tiendas, lo que potenció las ventas y transformó la experiencia de compra en algo completamente nuevo en el mercado mundial. Ese salto conceptual impulsó un crecimiento veloz y en 2016 cruzaron por primera vez las fronteras de España con tiendas en el aeropuerto y en México.
Hoy, la empresa factura más de 200 millones de euros al año, vende más de 3200 jamones por día y se ha consolidado gracias a grandes inversiones. Ese impulso también llegó a América del Sur, donde la Argentina se transformó en una nueva apuesta de la marca.
Fue Marcelo Scocco de 53 años, un empresario argentino dedicado al sector del retail, el que descubrió las tiendas en un aeropuerto de Barcelona y supo al instante que quería traer el concepto a Buenos Aires: "Mandé mails durante tres meses todos los días hasta que me dijeron: ‘Bueno, ¿qué quiere este muchacho?'". Finalmente viajó a Lima, se reunió con los dueños y logró abrir su primera tienda tres meses antes de la pandemia.
Contra todo pronóstico, el negocio no solo sobrevivió: creció. Con experiencia en el sector de la indumentaria y con todas las triquiñuelas de la economía argentina experimentadas en primera persona, hoy mantiene dos tiendas activas, un canal online, tiene presencia en el supermercado Jumbo y un plan de expansión firme. "Este año es el despegue", afirma Scocco.

Con una operación que ya proyecta entre 100 y 120 millones de pesos argentinos por mes (67.600 euros) y un acuerdo próximo con una distribuidora clave del sur del país, la filial argentina se encamina a cerrar 2025 con una facturación de 600 millones de pesos.
No es solo un logro comercial, sino también una confirmación de que, incluso en un entorno desafiante como el argentino, llevar la cultura gastronómica española al resto del mundo puede transformarse en un negocio rentable.
Franquicias Enrique Tomás: cuáles son los requisitos para abrir una tienda y de cuánto es la inversión
Como afirma Albert Tomás: "El jamón es un producto de altísima calidad, y creemos firmemente que otros países merecen disfrutarlo en su máximo esplendor", no obstante, abrir una franquicia no es barato ni simple.
"La inversión es importante. Yo calculo que con USD 100.000, con mercadería incluida, se puede arrancar", dice Scocco. Esto es así ya que no se trata de una tienda tradicional, la propuesta combina venta minorista, degustación y una experiencia gastronómica de alto nivel.
La búsqueda de nuevos franquiciados por el mundo sigue activa. Albert Tomás describe el perfil ideal para solicitarlo: "Personas profesionales, con experiencia operando negocios, que hayan gestionado equipos y comprendan lo que significa llevar adelante una empresa".
"Si además tienen experiencia en restauración o retail, es el perfil perfecto" afirma Tomás. Esta experiencia mixta es la que prevalece en el negocio, "Así, cuando se formen en nuestro modelo de negocio, podrán ejecutarlo con mayor probabilidad de éxito".
En total, la empresa suma alrededor de 80 locales en todo el mundo. Con tiendas destacadas en México, Perú, Chile, Andorra y distintos aeropuertos del mundo.
La experiencia argentina en el franquiciado de Enrique Tomás
El franquiciado en Argentina importa 15.000 kilos por año y proyecta facturar el equivalente a 405.577 euros, para fines de 2025. Sin embargo, vender jamón ibérico en la Argentina no es sencillo, y no solo por su precio elevado: también hay desafíos logísticos y regulatorios que complican el modelo de negocio.
"Sale el doble que en España, obviamente, porque hay muchos pasos en el medio que encarecen el producto", explica Scocco, responsable del desembarco de Enrique Tomás en el país. Aun así, la marca apuesta fuerte: no busca competir por precio, sino por ofrecer una "joya gastronómica del mundo".
Para captar al consumidor argentino, la estrategia fue transformar la compra en una experiencia premium. "El jamón lo probás en el local, te damos una degustación, y ahí decidís", afirma Scocco. Y detalla: "No es solo ir a comprar jamón. Es una experiencia en sí misma. Hoy el local es más tipo boutique".
Esta diferenciación ha sido clave para que el público local adopte un producto tan exclusivo y que hoy forma parte de las mesas del otro lado del mundo.












