

A dos horas de Madrid, en pleno corazón de Castilla-La Mancha, se encuentra un enclave que combina tradición y modernidad, con un valioso patrimonio culturalque lo convierte en un atractivo turístico. Entre sus calles y plazas late el pulso de una ciudad que mantiene viva su identidad, al tiempo que ofrece propuestas contemporáneas para el visitante.
Se trata de Albacete: el viajero que recorre este pueblo descubre la fusión entre su vida comercial, el carácter acogedor de sus barrios y la vitalidad de sus fiestas populares. Cada rincón refleja la esencia manchega, desde su arquitectura hasta su gastronomía, consolidándolo como un destino que invita tanto al descanso como al descubrimiento.
Con una ubicación privilegiada, rodeada de campiñas y parajes naturales, esta localidad es también un punto de partida ideal para explorar espacios protegidos y pueblos con fuerte arraigo histórico. Así, se configura como un territorio donde se entrelazan la cultura, la naturaleza y la tradición.
Albacete: su destacado monumento histórico-artístico
La Ermita de Nuestra Señora de Belén de Liétor ha sido declarada Monumento Histórico-Artístico y constituye uno de los enclaves más singulares del patrimonio manchego. Su arquitectura exterior responde a una planta rectangular sencilla, con arcos de diafragma y cubierta de madera, pero es en su interior donde reside su mayor atractivo y valor artístico.

Construida en el siglo XVIII, la ermita conserva un ciclo pictórico único, realizado entre 1734 y 1735, que cubre todos sus rincones. Retablos, cortinas y arquitecturas ilusorias se despliegan en un estilo ingenuo y colorista, propio del arte popular de la época.
En estas representaciones aparecen santos, escenas religiosas, motivos alegóricos e incluso la representación de la muerte, todo acompañado por sentencias y versos ejemplificadores que aportan un carácter didáctico y devocional.
El recorrido por el templo permite contemplar espacios destacados como el Camarín, donde se recrea una cúpula sostenida por los evangelistas y coronada por el Espíritu Santo, así como las escenas de la Visitación, la Sagrada Familia y la Inmaculada.
Albacete: historia del pueblo y sitios para conocer
La ciudad debe su nombre a su antiguo término árabe, Al-Basit, que significa "El Llano", en referencia a la vasta campiña que la rodea. Su crecimiento estuvo marcado por la prosperidad comercial y agrícola, visible en sus edificios históricos y en espacios como el Pasaje de Lodares, un conjunto modernista de galerías con hierro y vidrio que remite a la vida urbana del siglo XX.

Entre los principales lugares que los visitantes pueden recorrer destacan:
- Posada del Rosario, actual Oficina de Turismo y también declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional.
- Catedral de San Juan Bautista, con elementos góticos, renacentistas, barrocos y neogóticos.
- Iglesia de la Purísima Concepción y el Monasterio de la Encarnación, hoy centro cultural.
- Casa de los Picos y Casona Perona, ejemplos de viviendas tradicionales blasonadas.
- Parador de Turismo de Albacete, con restaurante de gastronomía manchega.
- Pasaje de Lodares, conjunto modernista de galerías comerciales.
- Parque Abelardo Sánchez, uno de los pulmones verdes de la ciudad.
- Museo de Albacete, con colecciones de arqueología, bellas artes y etnografía.
- Excursiones cercanas: Lagunas de Ruidera, Sierra de Alcaraz, Nacimiento del Río Mundo, Valle del Júcar y localidades como Chinchilla y Almansa.
Este conjunto de atractivos, unido a sus fiestas populares en septiembre y a la riqueza de su gastronomía, convierten a la ciudad en un destino ideal para quienes buscan una escapada cultural y patrimonial en Castilla-La Mancha.
Albacete: cómo llegar desde Madrid en auto
El trayecto en auto desde Madrid hasta Albacete es de aproximadamente 250 kilómetros y se completa en unas 2 horas y 30 minutos. La ruta más rápida es tomar la autovía A-3 en dirección a Valencia y, a la altura de Atalaya del Cañavate, enlazar con la A-31 hacia Albacete, que conduce directamente al centro de la ciudad.
Como alternativa, se puede circular por la A-4 hasta Ocaña y desde allí tomar la N-301, aunque este recorrido suele ser algo más largo. Ambas opciones ofrecen carreteras amplias y bien señalizadas, con áreas de servicio para descansar durante el viaje.














