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En otoño e invierno los caldos tradicionales vuelven a la mesa por algo más que nostalgia. Aportan proteína, verduras de hoja verde y una base de cocción lenta que se integra bien en pautas de alimentación equilibradas.

Entre ellos, el caldo gallego destaca por su mezcla de grelos o berza, legumbres y cortes cárnicos que liberan gelatina durante la cocción. De esta forma, se puede disfrutar de un plato emblemático aportando nutrientes esenciales para el organismo.

Por qué este caldo es rico en colágeno y antioxidantes

Cuando se cuecen huesos y partes con tejido conectivo, la gelatina pasa al caldo y aporta proteína; en los caldos de huesos, una ración puede rondar 8-10 g de proteína por taza, aunque la cifra varía según tipo de hueso y tiempo de cocción.

El poder antioxidante del caldo gallego procede sobre todo de las verduras de hoja -grelos/rapini o berza-, ricas en vitamina C, carotenoides, vitamina A, vitamina K y folatos. La hoja verde aporta micronutrientes clave que complementan el fondo cárnico.

Cómo preparar un caldo gallego

Ingredientes

  • Chorizo gallego: 4 unidades
  • Ternera: 700 gramos
  • Lacón: 600 gramos
  • Panceta: 350 gramos
  • Habas blancas en remojo: 500 gramos
  • Berza: 300 gramos
  • Patatas: 1 kilo
  • Zanahorias: 500 gramos
  • Cebolla: 2 unidades
  • Dientes de ajo
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal
  • Caldo de huesos: 2 litros
  • Pimentón dulce

Preparación

  • En una cacerola profunda, sofreír cebolla y ajo en aceite de oliva hasta que estén dorados.
  • Agregar la carne de ternera junto con la panceta y sellar por ambos lados.
  • Incorporar las habas previamente remojadas.
  • Agregar el caldo, sal al gusto, pimentón y cocinar a fuego medio durante una hora.
  • A los 40 minutos de cocción, cortar las patatas y zanahorias en trozos medianos e incorporarlas a la preparación.
  • Servir con un chorrito de aceite de oliva por encima y pan.

Consejos de raciones, conservación y alternativas

Para un consumo responsable, conviene recordar que las verduras de hoja concentran nitratos; en población infantil las guías recomiendan moderación y manejo adecuado. En adultos sanos, su consumo habitual encaja en un patrón saludable.

Si se busca un caldo más ligero, se puede desgrasar tras reposo en frío y priorizar la verdura con raciones moderadas de carne. Respecto al colágeno, conviene recordar que en la dieta se digieren aminoácidos como cualquier proteína; por tanto, las alegaciones amplias deben tratarse con cautela.

El equilibrio entre hoja verde, legumbre y fondo cárnico define el perfil del caldo gallego tradicional y su lugar en una dieta equilibrada.