El mayor repunte del oro desde la década de 1970 está siendo impulsado por un "Fomo dorado", ya que los inversores, temerosos de quedarse fuera de las ganancias y preocupados por la inflación, incorporan el metal precioso a sus carteras.

El precio del lingote se ha disparado más de un 50% este año, alcanzando un récord histórico de 3.940 dólares por onza troy el lunes, después de que la guerra comercial del presidente estadounidense Donald Trump desatara una ola de búsqueda de refugios de valor y provocara el desplome del dólar.

Pero incluso cuando la volatilidad en los mercados financieros causada por los aranceles disminuyó durante el verano, el precio del oro se aceleró: solo en septiembre subió casi un 12%, el mayor aumento mensual desde 2011.

Según los gestores de activos, un factor clave ha sido la incorporación de un abanico más amplio de inversores que se sumaron a la ola de precios en alza, tras años de compras récord por parte de los bancos centrales.

"Es Fomo dorado", dijo Luca Paolini, estratega jefe de Pictet Asset Management, en referencia al "miedo a quedarse afuera" que también impulsa las enormes ganancias de las megacapitalizadas tecnológicas y otros mercados como el de crédito. "El oro se ha vuelto tan grande... que no se puede ignorar. Llega un punto en que se vuelve imposible no tenerlo".

El mercado se ha vuelto "un poco loco", señaló Nicky Shiels, analista de la firma de compraventa y refinería de metales preciosos MKS Pamp, quien añadió que el "factor decisivo" ha sido el flujo de capital hacia los fondos cotizados (ETF), un vehículo de inversión barato y popular entre minoristas e institucionales.

El precio del lingote se ha disparado más de un 50% este año, alcanzando un récord histórico de 3.940 dólares por onza troy el lunes. Foto: Archivo.
El precio del lingote se ha disparado más de un 50% este año, alcanzando un récord histórico de 3.940 dólares por onza troy el lunes. Foto: Archivo.

Las entradas netas en ETF respaldados por oro se dispararon a 13.600 millones de dólares en las últimas cuatro semanas, según datos del World Gold Council, lo que eleva a más de 60.000 millones las entradas netas acumuladas en 2025, un récord anual.

La cantidad de oro en poder de estos ETF supera las 3.800 toneladas, cerca del máximo alcanzado durante la liquidación de activos de riesgo en la pandemia de Covid-19.

Detrás de este auge -el mayor desde el shock petrolero de 1979- hay señales iniciales de un cambio entre los inversores, desde particulares hasta fondos de pensiones, que buscan una asignación de largo plazo a los metales preciosos, del mismo modo que lo hacen con acciones y bonos.

En lugar de la tradicional asignación 60/40 entre acciones y bonos, Morgan Stanley ha sugerido un reparto 60/20/20, donde el oro tiene el mismo peso que la renta fija.

Tal cambio podría implicar la inyección de billones de dólares en lingotes y marcar una ruptura significativa con el 2% que actualmente destinan los gestores de fondos al oro, según una encuesta reciente de Bank of America.

"Por primera vez en mucho tiempo", ha habido un número considerable de consultas de clientes interesados en mantener oro a largo plazo, afirmó Michael Widmer, jefe de investigación de metales en BofA.

Algunos clientes, explicó Valérie Noël, responsable de operaciones del banco privado suizo Syz Group, buscan estrategias en las que apuestan contra el dólar mientras compran oro.

"La gente busca posicionarse en corto con el dólar, pero no tiene claro qué otra divisa comprar; esa incertidumbre los lleva directamente al oro", dijo Shiels, de MKS Pamp.

El oro, que a diferencia de los bonos no genera ingresos, ha sido durante mucho tiempo objeto de desconfianza entre los inversores tradicionales por su difícil valoración y su carácter impredecible. Warren Buffett llegó a describirlo como "ni muy útil ni productivo".

Los inversores acudieron en masa al lingote cuando los bancos centrales recurrieron a la expansión cuantitativa tras la crisis financiera global. Pero los temores de hiperinflación resultaron infundados, y el oro no superó el máximo de 2011 hasta el verano de 2020.

Sin embargo, la volatilidad de los mercados de bonos -en medio de la preocupación por la emisión récord de deuda soberana en los países ricos- está restando atractivo a la renta fija como herramienta de equilibrio de cartera y devolviendo brillo al oro.

"Lo que hemos visto en los mercados de bonos ha sido un factor de empuje", señaló Maya Bhandari, directora de inversiones multi-activos para EMEA en Neuberger Berman. "El oro parece más atractivo como diversificador de posiciones largas en renta variable que los bonos".

Otro factor es el temor, en algunos sectores, de que los responsables políticos respondan a los niveles récord de deuda soberana permitiendo que la inflación supere los objetivos, devaluando así los activos, especialmente ante la presión de Trump sobre la Reserva Federal para mantener las tasas bajas.

El mercado de bonos, sin embargo, no refleja una pérdida de control sobre la inflación. En cambio, el oro se utiliza como una cobertura frente a escenarios extremos por los inversores, según Francesca Fornasari, jefa de soluciones cambiarias en Insight Investment.

"La idea es: no queremos que [la pérdida de independencia de la Fed] sea nuestro escenario base, pero sí queremos tener una cobertura", añadió.