Muchos se preguntan porqué los mercados financieros hasta ahora se muestran tranquilos, pese a la crisis política que está sufriendo Washington. Y es una muy buena pregunta.

La explicación a este misterio, creo, tiene dos caras. Por un lado, está relacionado con la naturaleza de los mercados, y por el otro, con la naturaleza del episodio actual en particular.

En cuanto a la naturaleza de los mercados, quedó muy claro en los últimos años que los precios de los activos no reaccionan suavemente a los cambios en la percepción de que hay riesgo de que se produzcan acontecimientos extremadamente improbables. Durante largos períodos los mercados directamente no reaccionan, y luego de repente lo hacen en forma espasmódica. La manera en que se movieron los precios de los activos frente al riesgo de defaults soberanos en la zona del euro antes y durante la crisis de 2011-12 fue un buen ejemplo de esto.

Durante muchos años, los mercados actuaron como si no hubiera ningún riesgo de cesación de pagos. Luego, en el verano boreal de 2011, repentinamente comenzaron a fijar el precio a un riesgo de 30% o más de que los bonos soberanos caigan en default en los próximos 5 años, una reacción ahora considerada excesiva. Por lo tanto, el hecho de que los mercados no le pongan precio a esos riesgos durante largos períodos de deterioro en las noticias, no implica que los riesgos no existan, o que no aparecerán repentinamente en los precios de los activos.

La pregunta es porqué los mercados se comportan de esta manera cuando, después de todo, los principales participantes son bastante racionales la mayor parte del tiempo.

Después de haber estado presente en muchas reuniones de comités de riesgo de diferentes instituciones financieras, me queda claro que los participantes individuales de los mercados en realidad ajustan con bastante suavidad su percepción del riesgo de acontecimientos extremos. Pero no siempre actúan, porque es difícil hacer modificaciones rápidas en las carteras grandes y es costoso comprar cobertura a través del mercado de derivados.

Si los inversores compran constantemente más seguro que sus competidores y ese seguro luego expira inútilmente, los inversores más precavidos habrán obtenido un rendimiento inferior a sus rivales. Los beneficios de este comportamiento prudente sólo serán evidentes en muy raros casos. Por lo tanto, hay riesgos que se dejan sin cubrir.

Recién cuando el riesgo de un acontecimiento extremo parece muy elevado y bastante cercano en el tiempo se muestran dispuestos a asumir los costos de asegurar los activos. Como muchos inversores piensan en forma similar, en cuanto se llega a un momento crítico, cambia repentinamente el precio de los activos riesgosos. Los salvajes giros reemplazan a los ajustes suaves, y esos giros pueden parecer irracionales para el mundo ajeno a las finanzas. Sin embargo, los participantes individuales están actuando racionalmente, dados sus objetivos, a lo largo del proceso.

Volviendo a las últimas travesuras políticas en Washington, los comités de riesgo de todo el mundo financiero sin duda están pensando seriamente sobre cómo cubrir esos riesgos. Nadie cree que una paralización temporaria de algunas actividades del gobierno sea algo grave, pero el techo de la deuda es una cuestión totalmente distinta. Si el gobierno norteamericano cayera en default, las consecuencias serían muy perjudiciales y muy difíciles de controlar.

Sin embargo, los comités de riesgo habrán empezado con la fuerte predisposición a creer que el proceso democrático estadounidense no perderá la cordura, si bien mientras tanto podría implicar políticas arriesgadas. También sabrán que éste no es un caso de no poder pagar, sino de no va a pagar.

Es poco probable que suficientes miembros del Congreso actúen en contra los intereses de Estados Unidos y provoquen una catástrofe.

Por esa razón, el estado nación representado por Estados Unidos de América por naturaleza tiene mucha más credibilidad que muchos de los diferentes estados nación de la zona del euro, donde los mercados creyeron que el electorado alemán podría no estar dispuesto a actuar a favor de España.