

Imagínese despertar en plena noche y ver una luz atravesar su ventana, no de la Luna, sino de un espejo gigante en órbita a 625 kilómetros de altura.
Esta escena, que parece sacada de una novela de ciencia ficción, podría volverse realidad si Reflect Orbital logra concretar su proyecto: desplegar miles de satélites espejados capaces de reflejar la luz del Sol hacia la Tierra incluso después del atardecer.
La propuesta promete transformar la vida diaria: energía solar continua, alumbrado público gratuito desde el espacio y apoyo inmediato para zonas afectadas por desastres o crisis energéticas. Sin embargo, científicos y ambientalistas advierten sobre los riesgos.
250.000 espejos orbitales: la cifra que aterra a los científicos
El plan de Reflect Orbital no es modesto. La compañía ya solicitó autorización para lanzar EARENDIL-1, su primer satélite experimental con un espejo de 18 metros de lado, programado para abril de 2026. Pero esto es apenas el comienzo: la empresa contempla desplegar hasta 4.000 satélites para 2030, con espejos que podrían alcanzar los 54 metros de lado.
La verdadera dimensión del proyecto quedó expuesta cuando el propio fundador, Ben Nowack, sugirió que podrían necesitarse hasta 250.000 satélites para cumplir sus objetivos. Esta cifra supera el total de satélites y grandes fragmentos de basura espacial actualmente catalogados en órbita terrestre.
Los expertos no ocultan su escepticismo. Según cálculos del profesor Michael Brown de la Universidad Monash y Matthew Kenworthy de la Universidad de Leiden, un solo satélite con un espejo de 54 metros produciría una luz 15.000 veces más tenue que el sol del mediodía. Para alcanzar apenas el 20% de la intensidad solar -el objetivo declarado por la empresa- se necesitarían unos 3.000 satélites enfocando simultáneamente la misma área.
Y existe otro problema: a 625 km de altitud, cada satélite solo iluminaría una ubicación específica durante aproximadamente 3,5 minutos antes de desplazarse a otra zona.

Aves desorientadas y cielos saturados: el precio oculto de la luz perpetua
La contaminación lumínica no es un simple inconveniente estético. David Smith de BugLife advierte que "la contaminación lumínica altera fundamentalmente el ciclo natural día-noche que rigió la vida durante miles de millones de años". Las consecuencias podrían ser devastadoras para innumerables especies que dependen de la oscuridad nocturna para sobrevivir.
Aves migratorias desorientadas, insectos con ciclos reproductivos alterados, depredadores nocturnos incapaces de cazar y ecosistemas enteros transformados figuran entre los posibles daños colaterales.
John Barentine, de Dark Sky Consulting, explica que los satélites seguirán reflejando luz más allá de su objetivo, creando haces "cuatro veces más brillantes que la luna llena" visibles a cientos de kilómetros de distancia.
Para la astronomía, el proyecto representa una amenaza existencial. Brown y Kenworthy advierten que una constelación de espejos como la propuesta sería "devastadora para la astronomía". La luz reflejada podría ser tan intensa que, al observarse con telescopios, representaría incluso un riesgo potencial para la vista de los observadores.
El negocio de privatizar la noche: entre la innovación y la arrogancia
Reflect Orbital obtuvo en 2024 un contrato de 1,25 millones de dólares del programa de innovación de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, lo que demuestra que el proyecto cuenta con respaldo institucional. La empresa promete redirigir la luz solar de forma "breve, predecible y selectiva", evitando los observatorios y compartiendo la ubicación de los satélites para que los científicos puedan planificar su trabajo.
Pero esta respuesta no calmó las críticas. Aaron Boley, astrónomo de la Universidad de Columbia Británica, denunció la existencia de "malentendidos básicos o tergiversaciones deliberadas" en el sitio web de la empresa, especialmente al sugerir que la luz solar reflejada no constituiría contaminación lumínica.
La idea de un espejo espacial no es nueva. Rusia desplegó Znamya 2 en 1993, un espejo de 25 metros que produjo un punto brillante de cinco kilómetros antes de quemarse sobre Canadá. Estados Unidos y la Agencia Espacial Europea también presentó propuestas similares, pero ninguna prosperó, posiblemente porque no resultan viables técnica o económicamente.
El debate plantea una cuestión filosófica profunda: ¿quién tiene derecho a decidir sobre la noche? La oscuridad nocturna no es propiedad de ninguna empresa ni gobierno; es un bien común que acompañó a la humanidad desde sus orígenes. Reflect Orbital propone privatizar y monetizar algo que, hasta ahora, pertenecía a todos.















