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Una investigación de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, reveló que la temperatura de la punta de la nariz puede bajar casi 7 grados cuando una persona está bajo estrés. Este fenómeno, detectado mediante cámaras térmicas, ofrece una nueva forma de comprender cómo las emociones afectan al cuerpo.

El hallazgo sugiere que la nariz podría actuar como un indicador biológico y no invasivo del estado emocional. Según los científicos, cuando el sistema nervioso se activa, el flujo sanguíneo se redirige hacia órganos prioritarios y la nariz pierde calor de forma casi inmediata.

Más allá de la curiosidad fisiológica, este descubrimiento podría abrir el camino a nuevas herramientas para medir el estrés. A continuación, todos los detalles al respecto.

¿Qué revela la nariz sobre el estrés?

La investigación de la University of Sussex incluyó a 29 voluntarios que fueron expuestos a una serie de tareas diseñadas para generar estrés, como hablar en público y resolver problemas mentales con presión de tiempo.

Este descubrimiento podría abrir el camino a nuevas herramientas para medir el estrés. A continuación, todos los detalles al respecto. Fuente: Freepik.
Este descubrimiento podría abrir el camino a nuevas herramientas para medir el estrés. A continuación, todos los detalles al respecto. Fuente: Freepik.

En todos los casos se registró una caída de temperatura en la nariz de entre 3 y 6 grados Celsius durante la fase de mayor tensión.

Los científicos explican que esta reacción se debe a que el flujo sanguíneo se redirige hacia órganos sensoriales prioritarios como ojos y oídos, provocando vasoconstricción en la zona nasal. Esta "dip nasal" ocurre de forma casi instantánea y se recupera cuando cesa el estímulo estresante, lo que la convierte en un marcador temporal y reactivo del estrés.

De los humanos a los primates: la nariz como termómetro emocional

El equipo investigador señala que esta respuesta fisiológica es una característica evolutiva compartida con otros primates, lo que abre la posibilidad de medir el estrés en seres que no pueden comunicarlo verbalmente.

Por ejemplo, se sugiere que la técnica térmica podría aplicarse en estudios de bienestar animal o en contextos clínicos donde el paciente no pueda expresar sus emociones.

Asimismo, la duración de la recuperación térmica -el tiempo que tarda la nariz en volver a su temperatura basal- podría indicar cuán bien alguien regula su estrés, lo que a su vez podría relacionarse con riesgo de ansiedad o depresión.

Si la nariz puede servir como un "termómetro emocional", estamos ante una herramienta de bajo coste, no invasiva y potencialmente muy útil para la salud mental.