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El hallazgo de un montículo en forma de escorpión en el Valle de Tehuacán, Puebla, sacudió como un terremoto enfurecido al mundo de la arqueología. Con más de 60 metros de largo y construido en piedra travertina, el sitio es considerado el efigie más grande y mejor conservado de Mesoamérica.

De acuerdo con los especialistas que llevaron a cabo la investigación arqueológica, este monumento no es cualquier representación: en la cosmogonía mesoamericana el escorpión, o tlhuizcalpantcuhtli, estaba vinculado al planeta Venus y estrechamente relacionado con los dioses Tláloc y Quetzalcóatl, lo que refuerza su papel ritual y astronómico en el antiguo paisaje agrícola.

"Se trata de un centro ceremonial que integraba observación astronómica y un sistema intensivo de campos irrigados", explicó Blas Román Castellón Huerta, arqueólogo del INAH. Para muchos investigadores, este hallazgo representa el "santo grial" que conecta directamente la cosmovisión prehispánica con el desarrollo agrícola y ceremonial de la región.

El escorpión en piedra: cuerpo, garras y cola

El montículo, registrado en 2014 y publicado en Ancient Mesoamerica, tiene un cuerpo de 62.5 metros, pedipalpos que alcanzan los 22.1 metros y una cola en la que se hallaron fragmentos cerámicos. Todo el conjunto abarca nueve hectáreas con once estructuras adicionales.

En el extremo de la cabeza, los arqueólogos encontraron una ofrenda moderna con dos vasijas trípodes que contenían tabaco y chiles. Para los especialistas, esto muestra que el sitio no solo fue sagrado en tiempos prehispánicos, sino que aún conserva un papel devocional en la actualidad.

Los hallazgos materiales: cerámica y ofrendas

Las excavaciones revelaron una amplia colección de objetos locales y de intercambio:

  • Vasijas, jarras y cajetes decorados.
  • Molcajetes de fondo sellado.
  • Un incensario y un xantil (escultura de barro).
  • Una hoja de obsidiana tallada en forma de laurel.

Cada fragmento refuerza la hipótesis de que el montículo funcionó como un nodo de comercio y ritual entre Tehuacán, Cacaxtla, Oaxaca y el Golfo de México, mostrando la riqueza cultural y la interacción regional en el Epiclásico y Posclásico.

Ciencia internacional para descifrar el misterio

El proyecto fue liderado por James Neely, de la Universidad de Texas en Austin, con apoyo del INAH y especialistas internacionales como Samuel Wilson, Mark Willis y Chester Walker. Usando mapeo digital, fotogrametría y geofísica aplicada, lograron obtener imágenes precisas del terreno.

El equipo plantea realizar un salvamento arqueológico y un estudio arqueoastronómico más amplio. La meta es confirmar si este "escorpión de piedra" se erigió como un calendario viviente que articulaba la observación de Venus con los ciclos de riego y los rituales agrícolas dedicados a Tláloc y Quetzalcóatl.