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Méxicoestá viviendo una transformación económica que podría posicionarlo como la nueva potencia aurífera de América Latina.

Con yacimientos de oro que producen toneladas del metal precioso y generan miles de millones de pesos en ingresos, el país se perfila para convertirse en el "Nuevo Dubái".

La mina de oro más grande de México que está cambiando la economía

En el corazón de Zacatecas se encuentra la mina de oro más grande de México, que redefinido completamente el panorama nacional. Esta operación minera, que comenzó sus actividades en 2010, se consolidó como el motor principal de la producción aurífera del país, aportando casi el 30% de todo el oro en México.

La magnitud de este megayacimiento es impresionante: con reservas suficientes para mantener operaciones durante por lo menos dos décadas más, genera empleos para miles de personas y produce ingresos que superan los 1,900 millones de dólares anuales.

Esta cifra no solo incluye oro, sino también plata y más recursos naturales que convierten el sitio en una de las minas más productivas del continente americano.

Oro mexicano, riqueza en manos extranjeras: ¿quién se beneficia realmente?

A pesar de que el oro brota del suelo mexicano, su explotación está bajo el control de Newmont Corporation, una empresa estadounidense con sede en Colorado.

Este modelo de operación extranjera genera un dilema económico clave: mientras la riqueza natural pertenece al país, los principales beneficios económicos fluyen hacia corporaciones foráneas.

Este fenómeno encendió un intenso debate sobre la soberanía económica nacional. Si bien la inversión extranjera trajo desarrollo regional y empleo -como los más de 2800 empleos directos generados en la mina Peñasquito, Zacatecas- también concentró las ganancias en manos externas, lo que limita el impacto estructural de esta bonanza en el desarrollo a largo plazo de México.

Peñasquito, operativa desde 2010 y adquirida por Newmont en 2019, aportó el 28.8% del oro nacional en 2022. Además, su yacimiento tiene proyecciones de actividad por al menos 20 años más, consolidando a esta región como el epicentro aurífero de México.

Sin embargo, con 1900 millones de dólares generados solo en 2022, la distribución de esa riqueza sigue siendo una asignatura pendiente.

México frente al desafío aurífero: sostenibilidad, tecnología y soberanía

El oro extraído de suelo mexicano no es solo un recurso ornamental. En la actualidad, este metal cumple funciones estratégicas en sectores clave como la industria electrónica, la fabricación de conectores de alta precisión, el instrumental científico y como reserva financiera global.

Esto lo convierte en un activo geopolítico, cuyo control puede redefinir el posicionamiento económico de un país.

Pero esta nueva bonanza dorada tiene un alto costo ambiental. La minería industrial requiere procesos con uso intensivo de químicos y remoción masiva de roca, lo que provoca impactos severos en el paisaje, los cuerpos de agua y la biodiversidad local.

Aunque Newmont afirma operar bajo estándares internacionales de sostenibilidad, diversas organizaciones sociales advirtieron sobre las consecuencias ecológicas a largo plazo.

La clave para convertir esta riqueza en desarrollo real es replantear el modelo extractivo vigente. México necesita fortalecer capacidades técnicas y financieras propias, establecer regulaciones que maximicen beneficios nacionales y garantizar que las comunidades locales sean protagonistas del destino de sus recursos naturales.

Convertirse en una potencia económica -una especie de Dubái latinoamericano- no depende solo de lo que hay bajo tierra, sino de cómo se gestiona, reparte y protege esa riqueza para el futuro.