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Conmovido por el sufrimiento global y la amenaza latente de una escalada bélica irreversible, el Santo Padre León XIV emitió un dramático llamado a la conciencia internacional. Durante la audiencia general en el Vaticano, expresó su temor ante el rumbo autodestructivo de la humanidad: "El corazón de la Iglesia se desgarra al escuchar los gritos que llegan desde las zonas de guerra: Ucrania, Irán, Israel, Gaza".

El papa León XIV advirtió que el uso de "armas científicas y sofisticadas" podría conducir a una "barbarie más cruel y profunda que la de cualquier época pasada".

El Santo Padre, León XIV. Fuente: Archivo.
El Santo Padre, León XIV. Fuente: Archivo.

El mensaje del Papa no fue una simple reflexión espiritual, sino una declaración urgente ante un escenario de alta tensión en Europa y Medio Oriente. "No podemos resignarnos a la guerra. Debemos rechazar el atractivo (tan sutil como peligroso) de las armas poderosas", declaró con firmeza.

Evocando a sus predecesores, León XIV recordó las palabras de Pío XII -"Nada se pierde con la paz. Todo puede perderse con la guerra"- y citó al Papa Francisco: "La guerra es siempre una derrota".

Una alarma moral ante una nueva barbarie mundial

El papa León XIV no solo se refirió a los conflictos actuales como tragedias humanitarias, sino como señales de un posible colapso civilizatorio.

En un mundo donde el armamento es cada vez más tecnológico y devastador, advirtió que estos recursos "amenazan con llevar a los combatientes a una barbarie más cruel y profunda que la del pasado".

La amenaza nuclear en Oriente Medio y las crecientes tensiones entre Irán e Israel fueron señaladas como focos de alarma inminente. Su llamado busca evitar que la humanidad repita los errores que precedieron a la Segunda Guerra Mundial.

Misiles en Medio Oriente. Fuente: Archivo.
Misiles en Medio Oriente. Fuente: Archivo.

Hay una esperanza frágil en medio del caos

León XIV también apeló a la unidad espiritual y al compromiso con la paz. Ante una delegación de "Hope80", asociación dedicada a la reconciliación, oró para que "la llama del amor divino y de la fraternidad arda siempre en el corazón de los hombres y mujeres que formamos una única familia humana".

El Santo Padre, visiblemente conmovido, dejó en claro que la Iglesia no será neutral ante la guerra. Su mensaje fue claro: solo la paz es capaz de salvar a la humanidad del abismo.