

En el año 2004, un grupo de expertos israelíes logró un descubrimiento sin precedentes. A través de una investigación meticulosa, identificaron el sitio arqueológico donde, según la Biblia, Jesús llevó a cabo uno de sus milagros más conocidos.
Este hallazgo no solo confirmó la autenticidad del relato bíblico, sino que también reveló información desconocida sobre la vida del Mesías en Jerusalén.

La piscina de Siloé: un descubrimiento sin precedentes
En 2004, un hito histórico marcó la escena arqueológica en el Parque Nacional de la Ciudad de David: el descubrimiento de la piscina de Siloé.
Un equipo de arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel, que estaba trabajando en proyectos de infraestructura en la zona, desenterró este tesoro arqueológico que proporcionaría información sobre la historia antigua de Jerusalén.
Durante las excavaciones, los expertos se encontraron con una secuencia de escalones subterráneos, que catalogaron como restos de una cisterna común. Sin embargo, con el tiempo, descubrieron que estos escalones formaban parte de una antigua piscina con 2700 años de antigüedad.
Este descubrimiento condujo a los arqueólogos a fechar la construcción de la piscina en el siglo VIII a.C durante el reinado del rey Ezequías. Este gobernante,conocido por implementar reformas religiosas en Judá, dejó una huella significativa en la historia.

¿Una prueba de que la Biblia es real?
Los estudiosos sostienen que la piscina de Siloé podría ser el sitio donde, según el Evangelio de Juan, Jesús llevó a cabo la curación milagrosa de un hombre ciego de nacimiento.
Según esta historia, Jesús se encontró con un hombre ciego. Frente a la interrogante de los discípulos acerca de si la ceguera era resultado de pecados, el Mesías respondió de manera inesperada.
Aseguró que la ceguera no derivaba de algún pecado, sino que se presentaba para que la obra de Dios se manifestara a través de él.
Así, Jesús escupió en el suelo, mezcló la saliva con el polvo y aplicó la mezcla en los ojos del hombre. Después, le instruyó que se sumergiera en la piscina de Siloé. El hombre siguió las indicaciones de Jesús. Cuando regresó, recuperó su visión.















