

En muchas relaciones, ya sean de pareja, familiares o de amistad, se repite una dinámica silenciosa pero dañina: una persona expresa su molestia de forma calmada, y la otra reacciona enfadándose por ese enfado. Aunque pueda parecer un simple malentendido o una forma de evitar conflictos, desde la psicología esta reacción tiene implicaciones profundas sobre la salud emocional de las personas involucradas.
La especialista en salud mental, María Esclapez, ha abordado este comportamiento en sus redes sociales para explicar qué hay realmente detrás de estas actitudes.
Psicología del enfado: ¿por qué molesta que el otro se moleste?
Cuando alguien reacciona mal ante el enfado de otra persona, lo que está ocurriendo muchas veces es una evasión de la responsabilidad emocional. Así lo plantea la psicóloga María Esclapez a partir de una situación que le compartió una amiga: "Se enfadó por algo que hizo su pareja, se lo dijo con calma, y él se molestó porque ella se molestó". De entrada, esta respuesta parece absurda, pero según la psicología, esto refleja una forma de evitar afrontar la incomodidad de reconocer los propios errores.

Este tipo de reacción, que puede parecer casi instintiva, es en realidad una manera de cambiar el foco del conflicto. En lugar de cuestionarse qué provocó el enojo del otro, se convierte el propio enfado en el centro del problema. "Le hizo sentir que su enfado no tenía sentido", explica Esclapez, lo cual puede ser una forma de invalidar la emoción ajena.
Desde la psicología, este tipo de invalidación emocional tiene raíces profundas. Muchas personas no saben cómo gestionar el enfado -ni el propio ni el ajeno- y al enfrentarse a él, actúan a la defensiva. Lo que debería ser un espacio para comunicarse y crecer se convierte entonces en una competencia por ver quién tiene razón. Y en ese juego, todos terminan perdiendo.
La pareja como espejo emocional: cuando el enojo se convierte en un bucle
En el contexto de la pareja, este fenómeno puede ser especialmente común y dañino. María Esclapez utiliza el ejemplo de Pilar y Manolo para ilustrar cómo dos personas pueden entrar en un "bucle infinito" de enfados mal procesados.

Pilar le expresa a Manolo su molestia porque deja los calcetines tirados; él, en lugar de escuchar y tratar de entender qué significa esa molestia para ella, responde desde su propio malestar: "Ella tampoco es perfecta, siempre tengo que recoger su taza".
Con este tipo de respuestas, el diálogo se rompe. En lugar de buscar comprensión mutua, cada quien se atrinchera en su "mochila emocional" -ese conjunto de experiencias, creencias y heridas pasadas que influyen en cómo se interpretan las emociones del otro-. Al no separar el presente del pasado, se perpetúa una dinámica en la que el enfado genera más enfado.
Para la psicóloga, la salida a este ciclo tóxico no es dejar de sentir, sino aprender a procesar el enojo de manera consciente. "Dejar de ver el enfado del otro como un ataque y empezar a verlo como una oportunidad para entenderle mejor" es, según Esclapez, la clave para mejorar la salud mental dentro de la relación.













