

Un nuevo estudio interdisciplinario entre arqueólogos y astrónomos ha revelado una teoría sorprendente: el Antiguo Egipto ya habría representado la Vía Láctea en sus obras funerarias siglos antes de que la ciencia moderna comenzara a estudiarla formalmente.
La investigación, publicada en el Journal of Astronomical History and Heritage, se basa en un análisis visual detallado de más de 120 representaciones de la diosa Nut -figura celestial clave del panteón egipcio- en tumbas y ataúdes.
El hallazgo no solo reinterpreta el simbolismo religioso, sino que sugiere un conocimiento empírico del cosmos por parte de los egipcios.
Los egipcios y la Vía Láctea en el arte funerario
Tradicionalmente, Nut ha sido representada como una figura arqueada cubriendo la Tierra, con su cuerpo plagado de estrellas. Sin embargo, el astrónomo Or Graur, de la Universidad de Portsmouth, ha descubierto que en muchas de estas imágenes hay un patrón constante: una franja oscura y sinuosa que atraviesa el cuerpo de la diosa.

Graur sostiene que esta línea representa la Gran Grieta, una región densa de polvo interestelar que divide visualmente la Vía Láctea cuando se observa a simple vista en cielos despejados. Esta grieta, fácilmente identificable en el firmamento nocturno, aparece con notable precisión en varias piezas egipcias.
Una de las evidencias más significativas se encuentra en el sarcófago de Nesitaudjatakhet, una sacerdotisa de la antigüedad. En la tapa del ataúd, Nut aparece decorada con estrellas y una línea oscura perfectamente simétrica, que según Graur coincide con la morfología de la banda galáctica.
Simbolismo celeste con base astronómica
El análisis también se extiende a tumbas de faraones como Ramsés VI, donde se han identificado curvas similares en dos representaciones enfrentadas de Nut. Una línea dorada recorre el cuerpo de la diosa desde la cabeza hasta los pies, en lo que el estudio interpreta como una recreación deliberada de la Vía Láctea.
Aunque ya se habían planteado hipótesis sobre el vínculo simbólico entre Nut y el cielo estrellado, esta es la primera vez que se aporta una lectura científica basada en patrones astronómicos reales. Para los autores, esto demuestra que las civilizaciones antiguas observaban y representaban el universo con más precisión de lo que se creía.
Un nuevo enfoque para la arqueología del cielo
El trabajo de Graur no solo enriquece la historia del Antiguo Egipto, sino que invita a repensar cómo otras culturas antiguas podrían haber integrado conocimientos astronómicos en su arte y religión. Este enfoque interdisciplinario abre la puerta a una nueva rama de investigación que combina astrofísica, arqueología e iconografía.
En palabras del investigador, "los egipcios no solo miraban las estrellas; las estudiaban, las interpretaban y las incorporaban en sus creencias más profundas". Lejos de ser meras decoraciones, estas figuras podrían ser los primeros registros visuales del lugar que ocupamos en el cosmos.













