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Ingresar a Estados Unidos no depende solo de tener una visa aprobada o un pasaporte en regla. Detrás de cada solicitud, el sistema migratorioevalúa una serie de antecedentes y comportamientos que pueden influir en la decisión final. A menudo, situaciones que parecen menores pueden convertirse en obstáculos inesperados para volver a cruzar la frontera.
Presencia ilegal: cuándo comienza y cómo se calcula
El sistema migratorio estadounidense contempla una serie de criterios administrativos que pueden determinar si una persona es o no "admisible" para su ingreso. Entre ellos, el más común es la presencia ilegal, es decir, permanecer en el país más tiempo del permitido por la visa o sin un estatus migratorio válido, o cuando ingresa sin pasar por un puerto de entrada legal.
En la mayoría de los casos, el conteo comienza al día siguiente de la expiración del estatus migratorio registrado por el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS).
Aunque puede parecer un detalle menor, el tiempo acumulado tiene consecuencias directas y duraderas. Si una persona acumula más de 180 días, pero menos de un año de presencia ilegal y luego abandona el país, se le aplica una inadmisibilidad automática de tres años.

La temida regla de los diez años: el terror de los inmigrantes
Las consecuencias son más severas cuando la permanencia ilegal supera los doce meses. Quienes permanecen más de un año sin estatus legal y luego salen de Estados Unidos enfrentan una prohibición de reingreso por diez años.
Este periodo se activa al momento de la salida y no puede acortarse, salvo que la persona obtenga un "waiver" o perdón migratorio, que se concede en circunstancias muy específicas y generalmente por motivos humanitarios o familiares.











