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El anuncio de una nueva visa dorada en Estados Unidos, impulsada por la administración de Donald Trump, volvió a poner en el centro del debate a los programas migratorios basados en inversión.
La propuesta, que exige una inversión mínima de un millón de dólares, promete acelerar el acceso a la residencia para extranjeros con alto poder adquisitivo, aunque también despierta interrogantes sobre su alcance real y sus implicancias sociales.
En un escenario de controles migratorios más estrictos, este programa apunta a un perfil muy específico: inversionistas de alto patrimonio dispuestos a colocar capital en proyectos estratégicos dentro del país.
En qué consiste la visa dorada de Trump
La llamada visa dorada estadounidense funcionaría como un permiso migratorio especial destinado a quienes realicen una inversión significativa en sectores previamente aprobados por el gobierno federal.

El capital podría orientarse a áreas como:
- Desarrollo económico regional
- Innovación tecnológica
- Proyectos de infraestructura
- Generación de empleo
A cambio, los solicitantes obtendrían un estatus de residencia con procesos más rápidos que los canales migratorios tradicionales.
Un sistema más rápido, pero con controles más duros
Uno de los ejes centrales del programa es la velocidad de aprobación. A diferencia de otras visas basadas en inversión, el nuevo esquema buscaría reducir los tiempos administrativos mediante un proceso centralizado, supervisado por el Departamento de Seguridad Nacional.
Sin embargo, la rapidez no implica menor control. Los aspirantes deberán demostrar:
- Origen lícito de los fondos
- Capacidad financiera sostenida
- Historial personal y migratorio limpio
- Cumplimiento de requisitos de seguridad
La visa no se otorgaría de forma automática ni permanente: su continuidad estaría condicionada al mantenimiento de la inversión y al cumplimiento de metas específicas.
Qué beneficios ofrecería esta visa dorada
Quienes accedan a la visa dorada de un millón de dólares podrían contar con ventajas migratorias superiores a las de una visa tradicional, como:
- Derecho a residir y trabajar legalmente en Estados Unidos
- Menores restricciones para entrar y salir del país
- Inclusión de cónyuge e hijos dependientes
- Mayor estabilidad frente a otros permisos temporales
Aun así, no se trataría de una “compra directa” de la residencia permanente, sino de un estatus condicionado y revisable.
A quién está dirigida y por qué genera polémica
Este programa no está pensado para la mayoría de los inmigrantes. La exigencia de un capital tan elevado deja fuera a quienes buscan emigrar por razones laborales, familiares o humanitarias.
Especialistas en política migratoria advierten que la visa podría profundizar la desigualdad en el acceso al sistema migratorio, al privilegiar la capacidad económica por sobre otros criterios como formación profesional o arraigo familiar.
También existen cuestionamientos sobre la necesidad de controles estrictos para evitar inversiones de bajo impacto real o el ingreso de fondos de origen dudoso.













