

Para China, el control del Mar Ártico es clave para su proyecto de expansión geopolítica conocido como la "Ruta de la Seda Polar", que busca garantizar acceso a recursos energéticos y acortar los tiempos de navegación hacia Europa y Norteamérica.
Dominar estas aguas le permitiría a Beijing consolidarse como potencia marítima global y reducir su dependencia de rutas tradicionales vigiladas por Estados Unidos y sus aliados. Sin embargo, quien posee el control de esta región es otra superpotencia, por la que China estaría dispuesto romper una inexorable alianza que las une e imponer todo su poderío militar para ganar la soberanía.
La tensión entre China y Rusia que puede desatar la Tercera Guerra Mundial
El obstáculo principal para la ambición china sobre el Ártico es Rusia, que actualmente ejerce soberanía sobre gran parte de estas aguas y ha reforzado su presencia militar en la zona con submarinos nucleares, rompehielos armados y bases aéreas.
Analistas señalan que China podría contemplar un plan militar encubierto o de presión estratégica para disputar ese control, ya sea a través del despliegue de su flota en maniobras conjuntas que luego se tornen competitivas, o mediante la instalación de infraestructura civil con uso dual (comercial y militar).

¿Cómo influye la guerra entre Rusia y Ucrania en este conflicto con China?
La guerra entre Rusia y Ucrania ha alterado de manera profunda el equilibrio geopolítico y también impacta en el futuro delÁrtico. Por un lado, el Kremlin tuvo que concentrar gran parte de sus recursos militares, logísticos y financieros en el frente ucraniano, lo que reduce su capacidad de mantener la misma intensidad de control en la región ártica. Esta sobrecarga abre una ventana para China que puede verla como la oportunidad perfecta para ejecutar sus planes.
Al mismo tiempo, las sanciones occidentales contra Rusia han incrementado su dependencia de Beijing, lo que otorga a China una posición de ventaja en la negociación por proyectos en el Ártico.
En este escenario, la prolongación de la guerra en Ucrania debilita a Moscú y, en el largo plazo, podría facilitar que Beijing transforme su influencia económica en una presencia estratégica y eventualmente militar en el Ártico, aumentando el riesgo de futuros roces entre ambos aliados.
Rusia y China: ¿de aliados a enemigos?
Un choque abierto entre Moscú y Beijing por el Ártico aún parece lejano, dado que ambos países mantienen una alianza contra Occidente. Sin embargo, la creciente importancia económica de la región y el ascenso militar de China plantean un riesgo real de tensiones futuras sobre lasoberanía ártica.











