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En Perú se evalúa con determinación la idea de construir una megacárcel a casi 5000 metros sobre el nivel del mar, un proyecto de gran magnitud que plantea un impacto significativo en la seguridad pública nacional. El alcalde del Rímac, Néstor De la Rosa, impulsó la propuesta de ubicar esta instalación en Ananea, región de Puno, con capacidad para 30.000 internos.

La iniciativa responde al grave hacinamiento en los penales limeños y del Callao. De la Rosa argumenta que el lugar elegido -altitud extrema, clima inhóspito y aislamiento digital- podría romper las cadenas de comunicación criminal desde el interior de la cárcel.

¿Qué se oculta tras la propuesta? Aquí lo aclaramos

La idea no es especulación: se pretende construir en Ananea, Puno, una ciudad penitenciaria de 30 hectáreas, con capacidad para 30.000 reos acusados de delitos graves como extorsión, sicariato y robo. El planteamiento incluye tres anillos de seguridad a cargo de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y el INPE.

La prometida "aislación total" se basa en que el área no tendrá señal de teléfono ni acceso a Internet, garantizando que "desde ahí no van a seguir delinquiendo".

¿Inversión necesaria o riesgo sin horizonte?

Los calculados costos del proyecto rondan entre 800 y 1000 millones de soles peruano, financiados a través del mecanismo de Obras por Impuestos, diseñado para agilizar la ejecución sin retrasos burocráticos destacados.

Según estudios preliminares, el terreno en Ananea ofrece condiciones adecuadas para la construcción: estabilidad, clima seco y poca vegetación. Se estima que la etapa técnica duraría unos cuatro meses, seguida de una obra que tomaría aproximadamente un año.

No obstante, se advirtió que las temperaturas pueden caer hasta -10°C y la aireación limitada impacta la salud de internos y personal. Los cálculos aún no precisan si habrá calefacción o sistemas de oxigenación .

"Basta de cárceles tipo resort": la frase que encendió el debate

De la Rosa se refirió a las actuales penitenciarías como "hoteles 5 estrellas" para delincuentes. Cuestiona las condiciones que, según él, permiten a criminales de alta peligrosidad continuar operando incluso desde prisión .

El alcalde enfatiza que este confinamiento extremo -lejos de ciudades y bajo condiciones adversas- hará que los internos "sientan el daño que han causado". Para él, el choque con la realidad podría disuadir su criminalidad futura.

El proyecto de Ananea recuerda, inevitablemente, al modelo salvadoreño impulsado por Nayib Bukele. Su prisión estrella, el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), fue diseñada para aislar por completo a miles de miembros de pandillas en un entorno controlado y sin contacto con el exterior.

Allí, los presos no tienen acceso a teléfonos, visitas ni espacios recreativos, y permanecen encerrados casi todo el día. La propuesta peruana, aunque adaptada a su geografía, parece inspirarse en esa lógica: una megacárcel remota, sin señal ni comunicación, pensada no para reinsertar, sino para neutralizar.

Riesgos reales para salud y derechos humanos

A pesar del discurso de mano dura, organizaciones internacionales han advertido sobre los potenciales efectos negativos. Amnistía Internacional, en informes sobre el penal de Challapalca (4.850msnm), calificó el entorno como posibilidad de trato "cruel, inhumano o degradante".

En ese lugar, con apenas 150 reclusos, ya se han reportado problemas graves asociados a la altitud y el frío. La propuesta amplía esos riesgos exponencialmente al multiplicar la cantidad de internos.

¿Cómo operaría la megacárcel en la práctica?

El diseño contempla tres niveles de seguridad. El primer perímetro estaría bajo responsabilidad militar, el segundo por la Policía Nacional y el tercero por guardias del INPE. El objetivo es reforzar el control y prevenir fugas o uso de comunicaciones ilegales .

La estrategia incluye eliminar el teléfono y acceso a internet. La promesa es simple: sin señal, sin extorsiones desde dentro del penal, un argumento que el alcaldía repite como ventaja clave.

¿La solución definitiva o un experimento con riesgos?

El anuncio ha generado opiniones divididas. Para un sector, representa una alternativa radical a un sistema penitenciario colapsado. Para críticos, la propuesta se percibe como un experimento peligroso, sin garantías científicas ni respaldo en resultados previos.

No existen aun estudios independientes que certifiquen su viabilidad médica, logística o social. Tampoco ha habido pronunciamientos oficiales del Ejecutivo o del Ministerio de Justicia al respecto.