

La carrera espacial vuelve a mirar con fuerza hacia la Luna. Cincuenta años después de la última misión tripulada del programa Apolo, la NASA prepara un nuevo capítulo que promete cambiar la historia de la exploración espacial. La misión Artemis II marcará un antes y un después en la forma de viajar y trabajar fuera de la Tierra.
Aunque todavía faltan varios meses para el lanzamiento, la expectativa es enorme.
Esta operación no solo representa un avance tecnológico sin precedentes, sino también un movimiento estratégico en un contexto global en el que la Luna vuelve a convertirse en un punto clave para la ciencia, la tecnología y la geopolítica.
Artemis II: la misión que llevará a cuatro astronautas a orbitar la Luna
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) confirmó que Artemis II despegará en abril de 2026, enviando a cuatro astronautas a orbitar la Luna durante diez días. Se trata del primer viaje tripulado del programa Artemis y el primero en acercar nuevamente a seres humanos al entorno lunar desde 1972.

Esta misión validará en condiciones reales los sistemas del cohete SLS (Sistema de Lanzamiento Espacial) y de la nave Orion, asegurando la seguridad de las futuras tripulaciones que volverán a pisar la superficie lunar.
La trayectoria de retorno libre: un avance clave para la seguridad espacial
Uno de los aspectos más destacados de Artemis II es la implementación de la "trayectoria de retorno libre". Esta maniobra aprovecha la gravedad de la Luna y la Tierra para permitir que la nave regrese de forma segura sin consumir combustible adicional en caso de emergencia.
Se trata de un paso esencial para consolidar la confiabilidad de las misiones tripuladas, además de sentar las bases para alunizajes y viajes más prolongados, como los previstos hacia Marte.

Cooperación internacional y geopolítica en la nueva era lunar
Artemis II también simboliza una colaboración internacional sin precedentes. El astronauta canadiense Jeremy Hansen formará parte de la tripulación, reflejando la alianza con la Agencia Espacial Europea (ESA) y otros socios estratégicos.
Esta cooperación no solo optimiza recursos y conocimientos, sino que también establece normas para el uso futuro de los recursos lunares y fortalece la diplomacia espacial en un contexto de creciente interés por la exploración del satélite.












