

La corona británica enfrenta un giro inesperado: la familia real Carlos III observa cómo la influyente dinastía del emir Tamim bin Hamad Al Thani de Qatar ha acumuladoun imperio inmobiliario en Londres que supera al propio monarca en propiedad privada.
Aunque el patrimonio asociado a la Corona incluye íconos históricos como la Tower of London o el palacio de Hampton Court, esos bienes están "en fideicomiso" y no en propiedad personal del monarca. En cambio, los activos de la familia Al Thani son privados o estatales del emirato, sin las mismas restricciones.
Un análisis señala que el portfolio londinense de los cataríes es ya colosal: poseen, por ejemplo, alrededor de un cuarto del sector noroeste de Mayfair (apodado "Little Doha") además de marcas como la tienda de lujo Harrods, hoteles de alta gama, el rascacielos The Shard y participaciones en el aeropuerto de Heathrow.
¿Qué propiedades controlan los cataríes?
Entre sus mayores activos se encuentran la tienda Harrods, hoteles emblemáticos como Claridge's o The Connaught, una participación del 95 % en The Shard, y una vasta franja de Mayfair. Estas inversiones los han llevado a consolidar una huella en Londres que eclipsa la superficie privada bajo control directo del monarca británico.

Este desplazamiento en el control de activos plantea interrogantes sobre la influencia económica y territorial en el Reino Unido, en un momento en que la monarquía busca redefinir su papel en un mundo globalizado.
Implicancias para el poder de la Corona
Aunque el rey Carlos III mantiene su prestigio simbólico y constitucional, el hecho de que otra potencia foránea controle inmuebles clave en Londres introduce un factor de presión sobre la percepción del dominio territorial y económico en su propia capital. Observadores coinciden en que "no se trata solo de propiedades, sino de presencia estratégica, visibilidad y peso en el espacio urbano".
En este contexto, Reino Unido enfrenta un escenario en que actores exteriores actúan como dueños de grandes porciones de su suelo urbano, lo cual podría redefinir la dinámica entre la Corona, el Estado y capitales internacionales.

Una mirada al futuro: ¿quién gobierna Londres?
Mientras la Corona británica persiste como figura de Estado y símbolo, la real posesión territorial en Londres se va transformando. El desplazamiento hacia actores internacionales con recursos colosales convierte el paisaje urbano en una nueva arena del poder global y plantea preguntas sobre la soberanía económica en la capital británica.










