

Una de las piezas más majestuosas del arte religioso colonial latinoamericano tiene sangre colombiana, fue vendida por ambición y ahora reposa bajo estrictas medidas de seguridad en uno de los museos más importantes del mundo.
Se trata de la Corona de los Andes, confeccionada en Popayán y diseñada para superar en esplendor a las joyas de cualquier monarca, pero que terminó convertida en adorno de eventos corporativos en Estados Unidos, hasta que fue rescatada por el Museo Metropolitano de Arte (MET) de Nueva York.
¿Cuál es la historia secreta de la Corona de los Andes?
La Corona de los Andes, también conocida como la Corona de Nuestra Señora de la Asunción, fue encargada en 1592 por orden del obispo de Popayán.
Su propósito no era menor: rendir homenaje a la Virgen que, según la tradición, protegió a la ciudad de una epidemia de peste bubónica y viruela que diezmó territorios vecinos como Brasil, Perú y Ecuador.
Durante seis años, 24 orfebres y talladores trabajaron en su creación, impulsados por donaciones de familias adineradas y las limosnas de los más humildes. El resultado fue una obra sin precedentes: más de dos kilos de oro puro y 453 esmeraldas, con un total de 1.500 quilates.
Entre estas piedras preciosas se encuentra una esmeralda central que, según los rumores históricos, perteneció al último emperador Inca, Atahualpa.

De procesión sagrada a mercancía: cómo se perdió esta joya colombiana
La corona fue utilizada durante más de 400 años en las procesiones religiosas de Popayán. Su custodia se dividía entre varias familias de la cofradía local, que la desarmaban y ensamblaban para cada ocasión.
Sin embargo, a principios del siglo XX, una de estas familias -los Olano- convenció al obispo de solicitar al Vaticano el permiso para venderla con el fin de financiar un hospital y un asilo.
Aunque el objetivo parecía noble, el resultado fue decepcionante. El empresario estadounidense Warren J. Pipper adquirió la joya en 1936 por USD125.000, con la intención de desmantelarla y venderla por partes.
La familia Olano alegó derechos patrimoniales por haberla custodiado durante más de un siglo y se quedó con el dinero. La iglesia, tras un conflicto legal, apenas logró financiar el Palacio Arzobispal. El hospital y el asilo nunca se construyeron.
La corona colombiana que fue centro de mesa en Estados Unidos
Tras su venta, la corona salió del país oculta en una caja de sombrero de copa. En Estados Unidos, su destino fue tan insólito como indignante: participó como centro de mesa en eventos privados, fue exhibida en una muestra de Chevrolet en 1937, y recorrió ferias y museos hasta quedar relegada por décadas en una bóveda del Citibank.
"La Corona de los Andes terminó siendo el centro de mesa más caro de la historia", aseguró la orfebre colombiana María Alejandra Kaled, quien la admiró recientemente en el MET de Nueva York.

Restauración y exhibición en el MET de Nueva York
En 2013, la corona fue donada al MET por una coleccionista privada. El museo neoyorquino inició un proceso de restauración urgente: los arcos de la pieza estaban colapsando y requerían intervención especializada. Desde noviembre de 2015, la joya se exhibe en la galería 357 del MET, bajo una vitrina blindada y resistente a sismos.
"El nivel de detalle es impactante. Se trata de una obra maestra de la orfebrería colonial que debe ser reconocida como un símbolo del patrimonio colombiano", afirmó Kaled tras su visita.
¿Podría Colombia recuperar la Corona de los Andes?
En 2025, la Corona de Nuestra Señora de la Asunción está valorada en más de USD2,5 millones. Aunque el Gobierno colombiano ha expresado su deseo de repatriarla, no hay avances formales para su retorno.
La pieza, por ahora, permanece lejos de Popayán, admirada por miles de visitantes al año, pero con un origen que aún resuena entre los muros de las iglesias del Cauca.













