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La Corona Holandesa ha sido testigo de momentos históricos, alegrías, crisis institucionales y también pérdidas irreparables como el fallecimiento de un miembro clave y muy querido por la familia real que, pese a sus años de lucha, no puso ser salvado.

La reina Máxima y el rey Guillermo, protagonistas actuales del trono neerlandés, vivieron en carne propia esta dolorosa pérdida familiar que marcó un antes y un después en la historia de la Casa de Orange-Nassau.

A más de dos décadas de su partida, su figura sigue siendo recordada como la de un hombre comprometido con las causas sociales, austero, y cercano al pueblo.

Quién fue el príncipe Claus, el hombre que marcó a la Corona Holandesa

El príncipe Claus von Amsberg, de origen alemán, logró ganarse el respeto y cariño del pueblo neerlandés gracias a su sencillez, discreción y compromiso con temas sociales. Su matrimonio con la reina Beatriz lo convirtió en una figura central de la monarquía, pero su verdadero legado se construyó lejos del protocolo, con acciones concretas que conectaban con las necesidades de la gente.

Durante años, Claus luchó en silencio contra el Mal de Parkinson, una enfermedad degenerativa que deterioró progresivamente su salud y limitó sus apariciones públicas. A pesar de los tratamientos, la dolencia avanzó sin pausa, y su fallecimiento el 6 de octubre de 2002, en Ámsterdam, generó conmoción en todo el país.

La lucha silenciosa del príncipe Claus contra el Parkinson

La enfermedad fue diagnosticada en una etapa avanzada, lo que redujo las posibilidades de intervención donde, en sus últimas apariciones, el deterioro físico era notorio, lo que generó preocupación tanto en la prensa como entre los seguidores de la Corona Holandesa.

Aun así, el príncipe se mantuvo firme y acompañado por su familia, especialmente por su esposa, la reina Beatriz, y su hijo, el entonces príncipe heredero Guillermo.

Corona Holandesa: el impacto de su muerte en la reina Máxima y el rey Guillermo

Claus no solo fue una figura paterna del rey Guillermo, sino también un modelo de integridad y compromiso. La reina Máxima, que por entonces se incorporaba a la familia real, acompañó de cerca el proceso y se integró a una familia marcada por la tristeza pero también por la unidad.

La figura de Claus sigue presente en el relato institucional de la monarquía donde es considerado uno de los miembros más queridos por el pueblo neerlandés, y su funeral fue testimonio de ello con una despedida multitudinaria y sincera que evidenció el respeto que se había ganado con los años.