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La reconocida marca de aceites de oliva GAEA anunció la retirada voluntaria de un lote de su producto "GAEA classic" debido a la detección del pesticida clorpirifós, una sustancia prohibida en la Unión Europea desde 2020. Este hallazgo generó preocupación por la seguridad del producto, afectando la confianza de los consumidores y poniendo en alerta a las autoridades sanitarias.

En mayo de 2024, la Autoridad Danesa de Seguridad Alimentaria detectó niveles elevados de clorpirifós en un lote de aceite de oliva extra virgen de origen griego, superando ampliamente el límite permitido por la UE. La sustancia fue hallada en una concentración de 0,15 mg/kg, triplicando el máximo de 0,05 mg/kg autorizado, lo que motivó la inmediata respuesta de la marca para proteger la salud pública.

El clorpirifós es un insecticida organofosforado cuya prohibición en Europa se fundamenta en evidencias científicas que alertan sobre sus riesgos para la salud humana y el medio ambiente. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) concluyó que su uso no cumple con los estándares de seguridad requeridos, razón por la cual su aplicación quedó vetada hace más de tres años.

Retiran una marca mundial de aceite de oliva

El retiro voluntario del lote contaminado de GAEA, entonces, responde a la detección concreta de clorpirifós en niveles superiores a lo permitido por la legislación europea. Esta medida busca evitar posibles riesgos para los consumidores y garantizar la calidad e inocuidad del producto en el mercado.

La rápida reacción de la empresa también es un intento de preservar su reputación en un sector cada vez más exigente con la seguridad alimentaria. Las consecuencias para GAEA podrían incluir no solo pérdidas económicas directas por el retiro y sustitución del producto, sino también un impacto negativo en la confianza del consumidor.

Sin embargo, la transparencia y el compromiso con la salud pública pueden contribuir a mitigar estos efectos y mantener la fidelidad de sus clientes a largo plazo.

Clorpirifós: por qué está prohibido en la Unión Europea desde 2020

El clorpirifós es un insecticida que se utilizaba ampliamente en la agricultura, pero que fue prohibido en la Unión Europea tras estudios que demostraron su toxicidad para el sistema nervioso humano, especialmente en niños. Los riesgos asociados incluyen daños neurológicos y efectos negativos en el desarrollo cognitivo.

La prohibición fue establecida después de una exhaustiva evaluación por parte de la EFSA, que no encontró evidencias suficientes para garantizar la seguridad de su uso. Por ello, todos los productos agrícolas, incluidos aceites como el de oliva, deben cumplir estrictamente con los límites máximos de residuos permitidos para proteger la salud pública y el medio ambiente.