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El saola es uno de los mamíferos más esquivos del planeta. Detectado en 1992, hoy está catalogado como una especie críticamente en peligro. Las últimas evidencias directas son unos pocos registros aislados en Vietnam y Laos.

Investigadores y organizaciones conservacionistas han puesto en marcha búsquedas intensas. El secuenciamiento del genoma de la especie ha abierto nuevas herramientas para identificar rastros y planificar un posible programa de cría, pero también ha subrayado lo frágil de su situación.

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La cuenta regresiva del saola en Vietnam

La población estimada de este "unicornio de Asia", apodado así por su rareza y cuernos finos, es alarmantemente baja. Estudios señalan menos de 100 individuos en libertad y, en el peor de los escenarios, la especie podría ya no existir. Su hábitat está fragmentado y sometido a la caza con lazos, una amenaza constante que reduce toda posibilidad de recuperación.

Organizaciones como WWF y equipos universitarios trabajan en patrullajes, retirada de lazos y grandes barridos de cámaras para aumentar las probabilidades de detección. Si logran localizar ejemplares, los datos genéticos permitirían diseñar planes de cría que mezclen poblaciones diferenciadas para recuperar diversidad.

La última esperanza para el saola

Ahora, la combinación de la genética y el trabajo de campo es la única vía realista para confirmar la presencia de saolas vivas antes de intentar medidas de conservación más ambiciosas.

La secuenciación del genoma y los programas de monitoreo han creado una ventana de oportunidad: localizar al menos una docena de individuos podría permitir un programa de reproducción con probabilidades de éxito, según modelos publicados.

Sin embargo, todo depende de financiación, seguridad en territorio y la eliminación de trampas, pasos que las organizaciones ya describen como urgentes.