

Los Jardines Colgantes de Babilonia han fascinado a historiadores y arqueólogos durante siglos, descritos como un paraíso suspendido sobre columnas y vigas, donde flores y árboles crecían exuberantes en medio del desierto.
Este enigma, considerado una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, ha estado rodeado de leyendas, documentos históricos y relatos de viajeros griegos y romanos, aunque nunca se ha encontrado evidencia arqueológica definitiva en Babilonia, en la actualidad Irak.
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Las fuentes clásicas como Diodoro Siculus, Estrabón y Berossus detallan sistemas de riego complejos, terrazas escalonadas y la intención de recrear el verdor del hogar de la esposa del rey Nabucodonosor II, Amytis de Media.
Sin embargo, recientes investigaciones sugieren que la ubicación exacta de esta maravilla podría no ser la que siempre se ha asumido, y que la historia del paraíso suspendido ha sido reinterpretada gracias a nuevos hallazgos arqueológicos.

La verdad sobre la ubicación de los jardines: dónde estuvieron
Estudios recientes liderados por la doctora Stephanie Dalley de la Universidad de Oxford indican que los famosos Jardines Colgantes no se encontraban en Babilonia, sino en Nínive, capital del Imperio Asirio, a orillas del río Tigris.
Esta teoría se basa en los anales del rey Senaquerib (704-681 a.C.), que documentan jardines escalonados con sistemas de riego avanzados, acueductos y terrazas de piedra que imitaban los paisajes montañosos de Persia.
Los registros arqueológicos del acueducto de Jerwan, construido con dos millones de bloques de piedra, y los relieves de Asurbanipal muestran canales, pabellones y jardines que coinciden con las descripciones clásicas de los colgantes. Esto sugiere que las narrativas griegas sobre Nabucodonosor y Babilonia pudieron mezclar relatos de Asiria.
Cómo funcionaban los jardines colgantes
Los jardines eran un ejemplo de ingeniería avanzada, según Dalley y los estudios de Koldewey y Woolley. Se utilizaban plataformas de vigas de palma, capas de ladrillo y plomo para soportar grandes cantidades de tierra, y sistemas de riego que distribuían el agua desde acueductos.
Diodoro Siculus y Filón describen árboles y arbustos plantados densamente en terrazas, creando un espectáculo visual que asombraba a los visitantes.

El diseño permitía mantener un paisaje verde y exuberante en un entorno desértico, y demuestra la sofisticación tecnológica de la época. La hipótesis de Dalley explica cómo estos jardines podrían haber servido de inspiración para los relatos que llegaban a los eruditos helenísticos y, más tarde, a los historiadores romanos.
Legado y misterio que perdura
Aunque la ubicación real de los Jardines Colgantes se reubica en Nínive, su impacto en la historia y la cultura sigue intacto. Las descripciones clásicas y las representaciones artísticas han dejado un legado que inspira a investigadores, arqueólogos y turistas de todo el mundo.
El interés contemporáneo por esta maravilla también destaca la capacidad de las civilizaciones antiguas para crear estructuras impresionantes mediante la combinación de arquitectura y naturaleza, dejando enseñanzas sobre ingeniería, planificación urbana y estética que aún sorprenden hoy.










