

La obesidad es una de las principales preocupaciones de salud pública en el mundo, pero no debe clasificarse como un trastorno psicológico, según las últimas investigaciones médicas. Aunque en muchos casos se asocia con la depresión, la ansiedad y otras dificultades emocionales, los especialistas insisten en que se trata de una enfermedad metabólica crónica y multifactorial.
Este cambio de perspectiva busca dejar atrás el estigma que durante décadas redujo la obesidad a un problema de voluntad o a una consecuencia de la salud mental. Hoy, la ciencia demuestra que sus causas van desde factores genéticos y biológicos hasta cuestiones sociales y ambientales.

Obesidad: una enfermedad crónica con múltiples causas
Los expertos destacan que la obesidad se origina en la interacción de distintos factores: predisposición genética, alteraciones metabólicas, estilo de vida, alimentación, nivel de actividad física, estrés y condiciones sociales. No es, por lo tanto, un simple problema de fuerza de voluntad ni un trastorno psicológico en sí mismo.
En un informe reciente, un comité internacional de especialistas propuso incluso repensar el concepto de obesidad, señalando que debe abordarse como una condición clínica compleja y no como un rasgo asociado al comportamiento individual.
Puntualmente, en enero de 2025, un comité internacional de 56 expertos de 75 organizaciones médicas presidido por Francesco Rubino (King's College London) propuso redefinir la obesidad más allá del Índice de Masa Corporal. La iniciativa, publicada el 15 de enero de 2025 en The Lancet Diabetes and Endocrynology, plantea distinguir entre obesidad clínica y obesidad preclínica
La relación entre obesidad, depresión y ansiedad
Aunque la obesidad no sea un trastorno psicológico, sí existe una relación estrecha con la salud mental. Quienes la padecen suelen enfrentar discriminación, baja autoestima y problemas sociales que pueden derivar en depresión o ansiedad. Los médicos subrayan que estos cuadros deben tratarse como comorbilidades, sin confundirlos con la raíz de la enfermedad.
Por eso, los planes de tratamiento integrales suelen incluir apoyo psicológico, nutrición, actividad física y, en casos específicos, medicación o cirugía bariátrica. La clave, explican, está en un abordaje multidisciplinar y sostenido en el tiempo.

El reto: superar el estigma y cambiar el enfoque médico
Los investigadores advierten que centrarse únicamente en la pérdida de peso puede ser contraproducente, ya que refuerza la presión social y la frustración en los pacientes.
En cambio, recomiendan un enfoque integral de salud, que contemple los factores físicos, sociales y psicológicos sin culpabilizar a la persona que vive con obesidad.









