El endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI), decisión que aprobó en su momento el gobierno de Mauricio Macri, convirtió a la Argentina en el principal deudor del organismo financiero. Pero esa deuda que llevó paz en aquel momento se tornó en un crédito hoy por hoyimpagable. En realidad en el mismo momento que se le otorgó el préstamo a la Argentina, tanto la administración del gobierno de Macri como el propio FMI sabían que era imposible poder cumplir con las metas acordadas. La posibilidad de renegociar la deuda de forma anual era más creíble que la de pagar en tiempo y forma el millonario crédito de más de u$s 45.000 millones. El viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, y el jefe de asesores, Leonardo Madcur, buscarán esta semana obtener la aprobación del FMI de las metas trimestrales, con el fin de liberar otro desembolso del organismo. El objetivo es cerrar la cuarta revisión trimestral del Acuerdo de Facilidades Extendidas con el FMI, que habilitará un nuevo desembolso de u$s 5400 millones por parte del organismo. Destrabar la llegada de esos fondos no es un dato menor. Esos fondos son clave dado que la sequía está provocando una merma en la cosecha y por lo tanto, se esperan menores liquidaciones de divisas del campo. También es cierto que en el Gobierno empiezan a especular con que la menor liquidación de la cosecha está atada a la decisión oficial de otorgar o no otro dólar soja. Con el FMI lo que se analizará es el cuarto trimestre de 2022, año que la Argentina cerró con un déficit primario (sin incluir los servicios de deuda) equivalente al 2,4% del Producto Bruto Interno (PBI), con un sobrecumplimiento de una décima, si se tiene en cuenta que la meta acordada había sido del 2,5%. "Para 2023, la meta de déficit primario es del 1,9%, en un año marcado por varios condicionantes que el gobierno argentino busca plantear en las discusiones en Washington, como el impacto de la sequía en la cosecha agrícola y en el ingreso de divisas, así como la continuidad del conflicto entre Rusia y Ucrania, con derivaciones en los precios de la energía y los costos de transporte y logística", describió la agencia NA. Pero más allá de la decisión del campo o los incentivos del Gobierno para aumentar las liquidaciones de divisas de ese sector, lo cierto es que la Argentina enfrentará un año financiero complicado porque no tiene crédito del mercado externo y tampoco otro nuevo del FMI. Al mismo tiempo la sequía hace estragos en el sector más competitivo y la guerra en Ucrania no muestra indicios de culminar.