Está claro que la decisión de bajar las retenciones que el presidente Javier Milei transmitió al campo es una apuesta. Controlada, pero apuesta al fin. El Gobierno esperaba tener este año un nivel de recuperación de la economía con otra solidez, que le permitiera avanzar con un mayor ritmo en su plan de reducción de impuestos. Pero en marzo y abril la hoja de ruta se complicó de manera imprevista. La incertidumbre que se generó por la falta de acuerdo con el FMI pegó en el dólar y en los precios, y el salto en la inflaciónralentizó el consumo, que venía de un primer trimestre promisorio. Aunque el acuerdo que finalmente se cerró con el organismo superó las expectativas, a partir de comprometer un desembolso inicial de u$s 15.000 millones, el crecimiento deldéficit externose mantuvo como un dato difícil de remover a la hora de proyectar el segundo semestre. Por esa razón, el equipo económico volvió a acudir al campo. La instrumentación de la rebaja transitoria de retenciones, que venció el 30 de junio, cumplió su cometido. Los datos del balance cambiario difundidos por el Banco Central mostraron superávit en el sexto mes del año, cortando la racha de rojos que mostraron los períodos previos. La cuenta de bienes registró un superávit de u$s 3376 millones, con los cobros de exportaciones creciendo 85% y los pagos de importaciones, 38% anual. Este registro no se repetirá en los meses que restan del 2025. Y sin embargo, Milei se comprometió a volver a disminuir las retenciones, que en el caso de la soja implica pasar de 33% a 26%. ¿Qué puede pasar entonces con el flujo de dólares y pesos? El mayor costo fiscal de esta medida no se notará este año, porque ya está incluido dentro de la rebaja anterior. Es el precio que Caputo ya había decidido pagar para sumar reservas. Para el resto de los granos y la carne, un tipo de cambio algo más devaluado y la nueva alícuota seguramente podrían servir de estímulo a exportar más. La pregunta es si los productores estarán dispuestos a desprenderse de ellos en la temporada preelectoral. Economía ya está jugando cartas para demostrar que no espera una mayor depreciación cambiaria (hoy volverá a colocar bonos dólar linked). Pero nada está escrito en piedra. Hay elecciones por delante. Del lado de la demanda, aunque parezca que hay un boom, las importaciones se mantienen más o menos estables en torno a los 6000 millones por mes. La rebaja puede ayudar al Gobierno a mejorar su performance electoral. Y ese supuesto puede volverse mucho más movilizador que el costo fiscal. No hay que olvidarse que deberá estar contemplado en el Presupuesto 2026, que debería aprobar la "casta legislativa" antes de la elección de octubre. Si la Casa Rosada sabe usar esta carta, puede tener efectos impensados.