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Reducir la pobreza es una de las principales decisiones consensuadas que tomó la comunidad global al definir la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible en 2015, desafío que -cuando estamos a mitad de camino para el 2030- nos encuentra lejos del cumplimiento de este objetivo.

Solo en nuestro país 18.500.000 argentinos son pobres (según el Indec -Instituto Nacional de Estadísticas y Censos-) a pesar de que el Estado presupuestó para el 2024 (de acuerdo con el "Presupuesto Nacional 2024" Publicado por el Ministerio de Economía de la Nación) $ 35 billones (35.000.000.000.000.- de pesos) solo para "Seguridad Social" y "Promoción y Asistencia Social", sin considerar subsidios para estudio, transporte, vivienda, servicios y otras inversiones que afectan los indicadores de pobreza.

Si a esto sumamos las más de 26.000 ONG (Organizaciones No Gubernamentales; según el CENOC -Registro Nacional de Entidades de Bien Público-) y los 2.200.000 voluntarios registrados (de acuerdo con lo que señala Mario Roitter, et.al. -en su libro "Descubriendo el Sector sin Fines de Lucro en Argentina") notaremos que, a pesar de los esfuerzos en términos de recursos y energías invertidos, la decisión de reducir la pobreza no logra tener éxito.

Reorientar la búsqueda

Llevamos al menos 2000 años intentando reducir la pobreza en base a dinero -caridad, filantropía y sus tantas variantes- o poniendo nuestras energías a favor de los necesitados -voluntariado y sus tantas variantes- y solo logramos brindarle algo de "confort" a quienes siguen siendo pobres; cuando el desafío es lograr que dejen de serlo.

Lo cierto es que la única salida que tiene la pobreza es a través de la riqueza; solo dejarán de ser pobres aquellos que puedan recorrer el camino de la abundancia que los lleve hacia la riqueza -considerando a la riqueza como la capacidad de satisfacer las necesidades básicas y avanzar hasta donde la decisión y energías personales dispongan- con libertad e independencia.

Para recorre el camino de la abundancia son necesarios talentos -según el diccionario de la Real Academia Española: "aquello que nos hace aptos para determinada ocupación"- que nos permitan generar recursos de forma autónoma.

La capacidad de generar recursos sin dependencias hará posible avanzar por el camino de la abundancia hacia la riqueza, para abandonar -sin retorno- la pobreza.

Por cierto, la mejor parte es que los talentos -a diferencia del dinero y de las energías- cuando se comparten enriquecen a todos los actores.

Si hay un sitio donde abundan los talentos orientados a generar riqueza es en las empresas, por lo que es pertinente ver cómo ponerlos en práctica desde una de ellas -empresas que a su vez necesitan desarrollar en sus integrantes los talentos que no están involucrados con su rol dentro de la empresa ya que por esa causa suelen perder a sus mejores empleados-.

Cómo funciona

Imaginemos una empresa que produce pintura a la que se acerca la comunidad cercana -sus vecinos de planta que viven en una zona vulnerable- a pedirle ayuda para pintar la escuela del barrio.

Respuesta filantrópica: los citan un día y hora determinados en la planta y les entregan los tachos de pintura necesarios para poner en condiciones la escuela. La emoción es compartida; como suele ocurrir cuando se entrega y recibe un regalo. Resultado: el barrio se queda con algo que no sabe cómo utilizar, cómo guardar de forma apropiada y que -si intenta venderlo- sospecharán que es robado. Por el lado de la empresa no logra cambios de valor (la ayuda que no genera avance -y no enriquece a los actores involucrados- no puede considerarse ayuda).

Respuesta voluntariado: la empresa decide que todo su personal irá a pintar la escuela. Toman un fin de semana para hacerlo y lo logran. La escuela queda pintada; el personal de la empresa feliz y agotado, tanto que en la siguiente convocatoria priman las excusas. La comunidad tiene la escuela en condiciones durante un tiempo -hasta que la situación se repita-, sin cambio sostenible que les permitan avanzar. Resultado: no hay generación de riqueza; si la ayuda que se brinda se vuelve a necesitar no puede considerarse ayuda.

Ayuda Sustentable: la empresa cita a la gente del barrio en la escuela porque sabe que la escuela en malas condiciones indica que la comunidad es la que necesita ayuda. En la reunión pide voluntarios para pintar la escuela -pero esta vez voluntarios del barrio- explicando que quienes se ofrezcan van a recibir todos los elementos necesarios y el entrenamiento para que la escuela quede en condiciones, y ellos con el oficio de pintor. Quienes se ofrecen como voluntarios aprenden a enduir, a lijar, a dar la primera mano, el acabado final y no solo terminan con la escuela en perfecto estado, también ellos se transforman en pintores con un ejemplo para mostrar de su nueva pericia. El cambio es notable, pero todavía no está completo.

Para quien viene de un ambiente vulnerable un oficio es necesario pero insuficiente para salir adelante; le faltan otros talentos que le permitan avanzar de forma sostenible.

Es necesario conseguir alguien que comparta sus talentos financieros para que sepan cómo abrir una cuenta, cómo cobrar y cómo pagar. Alguien de marketing que comparta sus talentos para fijar el precio y para promocionar su oficio. Quien comparta sus talentos legales para que sepa cómo hacer un acuerdo y cuáles son sus obligaciones y derechos. Quien comparta sus talentos sobre Recursos Humanos para que, cuando necesite un ayudante sepa según qué criterios elegirlo y qué acuerdo hacer con él.

Ya están más cerca -quienes aceptaron la ayuda- de obtener su independencia económica; pero faltan detalles que para su condición son vitales. El primero que necesitan resolver es quebrar la inercia que impide progresar a quienes provienen de ambientes donde abunda la pobreza.

En los ambientes vulnerables existe la creencia de que el esfuerzo está condenado al fracaso y que es mejor aceptar la realidad que les toca en suerte. Para vencer esta fuerza invisible es necesario validar socialmente a quienes están en condiciones de progresar por sí mismos. Esto se consigue con una fiesta abierta en la que un referente local -deportista, artista, figura popular...- exponga frente a su comunidad lo que hubiera cambiado en su barrio -tan humilde como el que los alberga- si varias personas hubieran seguido el camino de los voluntarios que aceptaron el reto de transformarse en pintores. Luego de esta acción, simple y decisiva, lo más probable es que otros se sumen y le pidan ayuda a quienes la recibieron en esta ocasión, para seguir sus pasos.

Solo falta comunicar de forma clara y abierta ya que es inadmisible que las buenas acciones se gestionen de forma clandestina; comunicarlas evita malas interpretaciones, las potencia, permite que los involucrados las capitalicen y entusiasma a otros a seguir su ejemplo y optar por un camino similar.

Ahora sí llegan los resultados

La empresa potencia y retiene a sus mejores talentos, al tiempo que obtiene el máximo valor que le puede ofrecer la Sustentabilidad: que la comunidad la prefiera por sobre su competencia. Obtiene valor diferencial competitivo sostenible y reputación.

La comunidad recibe ayuda -ya que esta solo puede considerarse como tal cuando quien la recibe avanza, mucho o poco, sin dependencias- y con ella comienza una transformación que arrastrará al resto a progresar alejándose de la pobreza para no regresar a ella.

Son pocos pasos, son pasos simples, que involucran a muchas personas porque queda claro que la pobreza es un problema de la comunidad y, como tal, debe ser resuelto de forma comunitaria.

Es un proceso que se puede mejorar, se puede versionar, pero no se puede dejar de lado porque una comunidad con personas pobres será siempre una comunidad pobre. Y ninguno de nosotros merecemos vivir en ella.