Desde este espacio venimos señalando sobre el particular momento que estamos atravesando, donde converge laestabilizaciónmacro y las bases de un nuevo modelo, con las señales que aporta un contexto global inédito, tanto en lo político/institucional como especialmente en un nuevo paradigma tecnológico que redefine los límites. La foto histórica de Trump y Putin dándose la mano sintetiza esta nueva etapa de reequilibrio entre los países. Esto marca un tiempo de transición cuya duración es difícil de precisar y su trayectoria poco tendrá de lineal y homogénea. Sobre estas arenas movedizas debemos tomar decisiones y recalcular nuestro roadmap. Gestionar la táctica y la estrategia en este contexto particular se vuelve algo muy desafiante. Los riesgos de sobreestimar las acciones defensivas pueden hacernos llegar tarde a la revisión de nuestro modelo de negocios. Al mismo tiempo, interpretar las tendencias, la tecnología y el mercado para definir una nueva visión de largo plazo es una ecuación compleja, y cuando se vuelve clara, lo que duele es su materialización. No es momento para quienes se intimidan y se paralizan. Por el contrario, la única respuesta posible es anticipar, decidir, ejecutar. Recientemente Julie Sweet, presidenta y consejera delegada de Accenture Global, definió esta etapa como "multiproblemática en los negocios. En todos los consejos de administración, en todos los sectores, nuestros clientes no se enfrentan a un único desafío, se enfrentan a todos al mismo tiempo." Y en ese "todo al mismo tiempo", indudablemente, el seguimiento de la agenda macro de estabilización seguirá siendo exigente y de frecuencia diaria. Sería impensado transitar sin tensiones ni volatilidad estos tiempos. Lo difícil es despejar el ruido compatible con un avance positivo, de posibles inconsistencias que puedan traer efectos políticos y económicos de importancia. En este sentido, las disonancias actuales (tipo de cambio, presión fiscal de los gobernadores, reservas) no surgen de desbalances estructurales del sector público, sino de fricciones en una economía en transición hacia un nuevo régimen de estabilización. Lo que enfrentan las firmas en esta ocasión es una serie de reacomodamientos en precios relativos, costos financieros y expectativas, que deben leerse como parte del ajuste natural de una economía que corrige desequilibrios acumulados. Los próximos meses sin dudas estarán signados por la relevancia del ancla fiscal. Sin embargo, en vistas de las elecciones, una posible ancla "legislativa" asoma como un elemento relevante. La profundización de reformas estructurales, la desregulación y la baja de la presión impositiva cada vez aportan más en la formación de expectativas positivas respecto a la consistencia de mediano plazo. El foco en el corto está en el canal monetario como indispensable para sostener la flotación cambiaria sin deteriorar el frente inflacionario. Una política monetaria restrictiva exige altas tasas y superávit fiscal. Solo así posibles correcciones cambiarias tendrán un traslado a precios acotado. Los datos de IPC de julio son un primer anticipo de que el pass-through ya no es lo que solía ser. El desafío del modelo está en que la cuenta corriente, la generación de divisas y la recomposición de reservas muestren un escenario de mediano plazo compatible con el nuevo modelo de apertura y desregulación. Lo que cada vez queda más claro es que, más allá del recorrido y los actores, lo nuevo viene para quedarse. Argentina está dejando atrás la etapa de desconexión de la agenda global, de estancamiento crónico, lo que precipita una doble jugada: el catch-up y el run, o dicho en criollo, "pararla y jugar de primera". Sin dudas, la desintegración de las categorías sectoriales tradicionales es una señal clara de este cambio de lógica. Dentro de un sector encontramos una performance magra en lo viejo, y un virtuosismo extraordinario en lo nuevo. Payments vs. banca tradicional, biopharma vs. farma, y así podríamos recorrer todo el nomenclador. Esto es ahora, y ocurre a muchas escalas, en muchas direcciones y con distintos disparadores. Tengo la suerte de colaborar en el programa ScaleUp de Endeavor, y veo innumerables empresas que se suben al mundo del futuro. Y en este entrenamiento para jugar en primera, las tecnologías son el gran catalizador. "Estas tecnologías no son fenómenos lejanos o exclusivos de las grandes economías. En toda América Latina ya estamos viendo cómo la inteligencia artificial, la automatización y la digitalización redefinen las cadenas de valor, los modelos operativos y las capacidades humanas. El verdadero reto para las empresas está en anticiparse, adaptarse y liderar esa transformación con visión estratégica y responsabilidad", señala McKinsey en su informe Technology Trends Outlook 2025. Es fundamental tener en cuenta que la IA es una herramienta con un potencial inédito, pero exige una transformación en el talento de las compañías y la consecuente redefinición de procesos y estructuras. Adaptarse ya no basta. Se requiere anticipación, audacia y propósito. Las empresas que integren tecnología, talento y sostenibilidad en su estrategia marcarán los estándares del futuro y serán agentes de cambio en un entorno que demanda liderazgo responsable. Las velocidades de estas historias son dispares y se van montando en el tejido empresarial, reconfigurando todo el ecosistema. Sus consecuencias son difíciles de precisar: el cambio no es solo en el epicentro de la innovación, su alcance es total. De la excepción a la regla, la otra transición que estamos experimentando.