Si algo le preocupa a los empresarios y agentes económicos en estos días, más allá de las derivaciones políticas y electorales que pueda generar el escándalo de los audios, es la poca cohesión que observan dentro del propio oficialismo. Si el Ejecutivo funcionaba con un difuso espíritu de equipo, el affaire de la Andis lo hizo aún más frágil. El férreo manejo radial del poder que ejercen los hermanos Milei desde que llegaron a la Casa Rosada, dejó a la vista que cuando la política les devuelve los golpes que descargaron durante la gestión con medidas duras, no hay mucho espacio para discutir o sugerir una estrategia distinta. El círculo que rodea al Presidente a la hora de tomar decisiones es cada vez más chico, y por lo general, las respuestas a estos desafíos tienen una sola dirección: redoblar la apuesta, sin pensar demasiado en los riesgos de que algo salga mal. Este último punto es el que crea caras largas entre los privados. Es que la economía, el punto fuerte de la administración libertaria, entró en un impasse cada vez más evidente. Sin Caputo aportando buenas nuevas o Sturzenegger con la motosierra disminuida, da la impresión de que la gestión está paralizada. Y es que el temblor que crearon los supuestos audios de Diego Spagnuolo no se detuvo. Hoy el Presidente y Karina no terminan de saber de dónde vino esa jugada, pero su impresión s estuvo originada en algún pliegue de las intensas internas libertarias. Por eso, ante la falta de certezas en este campo, esperan que al menos el resultado del 7 de septiembre les sirva para saber dónde están parados. El factor que determinará el impacto de esta crisis es la credibilidad de los actores involucrados. Si en los próximos diez días no se producen situaciones relevantes desde lo judicial, le tocará a la sociedad juzgar en una elección a quien le creen más: si al Gobierno (que mantendrá sus ataques al kirchnerismo como un conveniente telón de fondo), que empezó a desacreditar la figura de Diego Spagnuolo, o al contenido de estas grabaciones, captadas de manera ilegal y filtradas en forma anónima. Si el Gobierno encuentra oxígeno político en la batalla bonaerense, sus problemas no desaparecerán. Apenas tendrán una pausa, porque la pelea de fondo es en octubre. Será difícil que los inversores dejen atrás el modo cautela porque en paralelo miran con inquietud lo difícil que será volver a equilibrar el mercado de tasas, pesos y dólares y poner a funcionar otra vez a la economía. El Poder Ejecutivo debe ponerse de pie y retomar el ritmo de resultados del primer semestre. Con quiénes discutirá el Presidente la salida a este dilema puede ser parte de las respuestas que busca el mercado.