Me pone muy feliz sentir que comienzo a vivir en una Argentina libre. Bienvenido sea ese sentimiento que me nace desde bien adentro del pecho, con tanta fuerza que a veces no me deja dormir. Así me siento desde el 26 de octubre del 2025, ese día en donde la mayoría de los argentinos decidimos ser libertarios. Recontra bien hecho libertarios. Con la formidable victoria electoral libertaria del 26 de octubre se robustece el modelo exportador que pretende este gobierno, uno totalmente antitético al de economía cerrada, prebendaria y proteccionista que venimos tolerando desde 1945, caracterizado por un paradigma de cerramiento que empobreció a una nación entera. En esta Argentina libertaria si es que la dejamos ser, van a sobrar dólares y la razón es la dinámica exportadora que se le viene a nuestra economía, no solo del campo, sino también de la minería y la energía. Ojalá el argentino de a pie pueda dimensionar el país hacia donde vamos: uno mucho mejor que el actual. Se generará mucha riqueza para millones de argentinos. Argentina podría ser próspera nuevamente. En ocho años, Argentina estaría duplicando su generación neta de dólares: de u$s 48.000 millones a u$s 89.000 millones. La capacidad neta de generación crecería en u$s 41.000 millones: un salto del 85% y esto es suponiendo que el campo queda constante, lo cual es un supuesto muy fuerte. Para 2033, energía y minería generarían 1,5 veces lo que hoy aporta el campo. Entonces, el futuro ya no dependería totalmente del clima: Vaca Muerta diversificaría la generación de divisas. Una debilidad histórica: depender solo del agro. Una nueva matriz: energía-minería rompería ese límite y redefiniría a la Argentina. Por primera vez en décadas, nuestro país tiene la chance de construir un modelo sostenible, estable y con dólares genuinos. E incluso, el año electoral argentino incorporó un factor inédito: un hedge del Tesoro norteamericano superior a u$s 40.000 millones. Ese hedge sería condicional a que Argentina mantenga un rumbo ortodoxo en materia fiscal, monetaria y comercial tal como indican los contundentes resultados electorales recientes. Literalmente y contra todo pronóstico, el país entero se pintó de violeta. El 92% de los dólares netos que generó Argentina entre 2020 y 2024 vinieron del campo: u$s 177.792 millones fueron generados por el agro en el último lustro, con un promedio anual u$s 35.000 millones. Minería aportó u$s 14.987 millones en el lustro. Energía, autos, químicos y resto pertenecientes en general a las industrias tradicionales: generaron un déficit de más de u$s 116.000 millones, con un promedio anual u$s -23.200 millones. La industria local deficitaria, no podría existir sin la asistencia del campo. Vaca Muerta ya se suma a esta ecuación, creciendo en la generación de exportaciones netas. Para 2033, energía y minería estarían generando u$s 40.000 millones adicionales anualmente (otro campo). Esto permitirá, en los próximos años, alivianar al campo de las retenciones. Un campo liberado se convertirá, junto a la energía, en el eje del crecimiento de la próxima década. Toda crisis argentina tuvo raíz cambiaria. Con el desarrollo de energía y minería este gobierno intenta culminar con dicho estrangulamiento crónico. Energía ya es realidad, este año estaría contribuyendo en u$s 12.000 millones, sumado a lo que genera el campo. No veo escases de dólares, por el contrario, van a llover dólares de exportación. Lo que muchos economistas no comprenden es que, con el desarrollo de energía y minería, Argentina se dirige a un nuevo equilibrio de tipo de cambio real nunca visto antes. Comparar a esta Argentina con la historia ya no tiene sentido. Las series de tipo de cambio real pasadas se tornan irrelevantes. Si este equipo sigue ganando elecciones, las contribuciones de energía y minería a la generación de dólares duplicarían al agro. Esa cifra es bestial e implica que si dejamos que esta gente siga trabajando en paz, los dólares van a sobrar, en vez de faltar. En el nuevo modelo libertario, sectores naturalmente competitivos como el agro, la minería y la energía seguirán expandiéndose. No necesitan protección: generan valor y divisas por sí mismos. En cambio, algunas industrias históricamente dependientes de un esquema cerrado enfrentan un enorme desafío: adaptarse a un entorno más abierto, competitivo y sin privilegios. No se trata de atacarlas, sino de entender que el cambio de reglas redefine ganadores y perdedores. Y esta vez, el mérito reemplaza al subsidio como motor del desarrollo. Argentina será próspera nuevamente, bienvenido sea este espíritu libertario que abraza la mayoría de los argentinos.