Cuando el miércoles de la semana pasada la Secretaría de Finanzas anunció que en la licitación de $ 15 billones sólo pudo refinanciar el 61% de lo que vencía y que tuvo que pagar tasas que duplicaban largamente a la inflación prevista para los próximos meses, hubo tres horas en las que los operadores financieros y de los bancos contuvieron el aliento.
Quedaban billones de pesos disponibles en el mercado mientras el Gobierno seguía luchando por domar la liquidez que había liberado con el desarme de las LEFI y que habían ido a una mayor demanda de dólares. La sombra de un nuevo repunte del tipo de cambio volvía a oscurecer la meta más preciada del Gobierno la del sostén a cal y canto de los niveles de inflación.
Con la incertidumbre a cuestas, un grupo de economistas y analistas buscó refugio en un boliche de la City. Se dieron cita para festejar los 50 de uno de ellos, que había estudiado como la gran mayoría con ellos en la UBA y que atendía en su oficina del Banco Central.
Grosso modo, por mitades, una parte trabaja en bancos, alycs, finanzas, inversiones, algún ex funcionario en puestos clave del sistema financiero. La otra, en el propio Central o Economía. Algunos trataban de pasar el trago de la licitación con gin tonic, whiskies, cerveza o aperol los más tímidos. Poco antes de las 21,00 un murmullo se sobrepuso a las copas: impactaba el posteo en redes sociales de Federico Furiase, polemista y portavoz del plan económico.
Los bancos sufrieron la peinada de seis puntos de tasa de interés este lunes cuando les colocaron de prepo los bonos TAMAR + 1% después de haberles aceptado en la licitación previa, el miércoles, TAMAR + 7%.
"Los pesos excedentes de la licitación de hoy serán absorbidos de manera inmediata -adelantó en la red social X-. En este caso, serán absorbidos mayoritariamente vía aumento de encajes remunerados con nuevos títulos públicos a ser suscriptos el lunes próximo (día de la liquidación de la licitación de hoy), a través de una nueva licitación del Tesoro", sorprendió.

Se miraron unos a otros a las caras buscando una explicación que ninguno pudo dar. Nadie sabía de qué se trataba -ni siquiera los del BCRA- pero todos comprendían el alcance de un endurecimiento de los encajes bancarios, que luego se sabría escalarían al 50% de los depósitos. Se ahogaría el crédito, se complicaría la operatoria de los bancos a fuerza de las penalidades diarias a las que quedarían expuestos.
"No vamos a dejar ningún peso suelto que no sepamos a dónde va", explicó luego Caputo. La tasas se volvió a disparar, la volatilidad hizo nido en el mercado, la desconfianza ganó el microcentro y llegó al mercado.
El cumpleaños siguió hasta no muy tarde. Pero quedaba claro que la decisión técnica no provenía de la línea del Central, sino de Economía o, se preguntaban, ¿del propio Javier Milei?
¿Será un exceso de celo monetario con riesgos ciertos en la actividad económica y consumo? Los datos desde junio ya lo reflejan. El Gobierno puso a prueba a los bancos y todo lo que necesitaba para mostrar que no tiene límites para frenar la demanda de dólares, aun sea a costa de enfriar más la actividad con tal de mantener la inflación a raya.
Los bancos sufrieron la peinada de seis puntos de tasa de interés este lunes cuando les colocaron de prepo los bonos TAMAR + 1% después de haberles aceptado en la licitación previa, el miércoles, TAMAR + 7%.
Todo en una semana en la cual la política pasó a primer plano, con la definición de listas rumbo al 7 de septiembre bonaerense y proa a las legislativas de octubre.
Dos fechas clave que decidirán la fortaleza del Gobierno, que impregnan volatilidad e incertidumbre y que el Gobierno quiere atravesar atado al poste del apretón monetario.
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