Cada espacio está, por estas horas, juntando los cuerpos de una batalla campal que comenzó con el cierre de listas bonaerenses y aún hoy se mantiene. La desconfianza reina en las tres alianzas más importantes. Nadie escapó a la carnicería que fue armar listas sin demasiadas reglas. Hay un solo punto en común que reiteran en todas las trincheras: el desdoblamiento bonaerense fue la peor decisión electoral en años.

El entorno de Axel Kicillof se justifica: "Lo hicimos con Cristina en la cancha. No con ella presa". Lo concreto es que nadie sabe cómo hacer esta campaña. No encuentran a quién hablarle, como explicar las jugadas. Un ejemplo fue la presencia de Guillermo Moreno en Hurlingham con Máximo Kirchner. Quizás lo único que los junta es su odio al Gobernador bonaerense. El enemigo que debería ser aliado. En el peronismo las listas testimoniales se reiteran. Un armador de Verónica Magario, candidata por la tercera sección electoral, definió el problema a El Cronista: "Tiene que salir a los medios. La segunda pregunta será porque no asume". Carlos Bianco, mano derecha del Gobernador intentó dar por terminada la polémica: "Se ha hecho mil veces y lo hicimos de frente a la gente". El que avisa no traiciona. El PJ apuesta a una campaña "a la paraguaya", es decir, más allá de los nombres, apuntar a los colores para que el votante sepa a quien elegir.

Una de las últimas encuestas que mandó un intendente de esa sección constató la sospecha: el 42% de los encuestados no supo definir a qué sección electoral pertenecía. "Más de uno dirá 'yo voto a Katopodis' y después se entera que no es su sección electoral. Saber quién es quién es imposible. Sin contar que estamos más tiempo insultándonos entre nosotros que mirando al que está en frente", concluyó un armador de Vicente López. Lo decía mientras veía de reojo un titular de Juan Grabois contra Sergio Massa. Curioso caso el del expiquetero. Grita y pelea contra los propios. Pero siempre acuerda.

El otro dato que preocupó -y mucho- es la baja participación. Uno de los encuestadores que trabaja mensualmente con el Movimiento Derecho al Futuro (MDF) ofreció el último dato. La participación estará cerca del récord negativo desde que se recuperó la democracia. "No va a pasar del 50% a este ritmo", sentenció. El equipo de Kicillof cree que será mayor. Apuestan a la necesidad de los intendentes de controlar la elección.

Los barones se juegan todo en esta contienda. La de octubre será otro cantar. "El aparato se mueve para la más importante, que es la de septiembre", explicó un intendente de la segunda sección a este medio. Hay una zanahoria que podría cambiar la actitud. ¿De qué trata? Lugares en las listas. Los intendentes solían estar fuera de esa negociación. Ahora se abrió una ventana de oportunidad. La Argentina próspera. El politólogo Pablo Salinas realizó un interesante estudio para lo que viene en Buenos Aires en materia legislativa. Proyectó posibles resultados. En todos los caminos verosímiles el dato es que habrá paridad en las Cámaras: "La proyección marca dos cámaras legislativas con virtual empate. Se puede ver un escenario de fin de su segundo mandato con una gobernabilidad institucional muy complicada en la cual deberá negociar los quórums y las sanciones de leyes de mayoría simple. Por cómo estará la Cámara habrá paridad entre el peronismo y los libertarios y su esquema de aliados", consideró.

¿Y la tercera vía? Desde ese espacio que agrupó todo lo que quedó afuera de los pesos pesados grafican el estado actual como "canibalismo". Y nadie cree que la débil alianza seguirá de la misma manera tras el 7 de septiembre, después de la elección. Un armado de urgencia, con desconfianzas por doquier. Pero tendrán una razón para estar juntos. Salinas lo explicó así: "Tendrán un rol de árbitro si mantiene la unidad. Si se lotea, la negociación será más sencilla para los armadores oficialistas".

Del lado del Gobierno las cosas golpean aún más porque el riesgo es entorpecer la gestión. El ejército tuitero de Javier Milei dejó de responder los teléfonos. Ante la pregunta de conclusiones sobre el cierre el silencio fue la respuesta elegida, o casi obligada. Atender es criticar a Karina Milei. Y saben que eso es un suicidio.

También ahora es tiempo de recomponer los vínculos rotos con un sector del PRO que es necesario para garantizar los vetos presidenciales. Hay un comentario que se repite: Cristian Ritondo y Diego Santilli hicieron un muy buen negocio en el cierre. Que no es lo mismo que decir que el partido lo hizo. "Tenemos que conseguir votos, contener a los heridos y armar el cierre en paralelo para la nacional. Decile a Kicillof que la próxima se quede quieto", dijo mitad en serio mitad en broma un diputado que responde a Mauricio Macri.

Más allá de los ruidos internos a Milei le llegaron dos datos que lo pusieron de muy buen humor. Ya venía de un fin de semana con anuncio de baja de retenciones que cayó muy bien en el armado del interior bonaerense (sobre todo la cuarta sección). El lunes culminó con la circulación del último relevamiento de la Universidad Torcuato Di Tella. El Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) se ubicó en 2,45 puntos, lo que representa un aumento del 4,9% en comparación con el mes anterior.