"Lo imposible es lo que mejor hacemos" dijo Trump en su discurso al volver a la Casa Blanca para su segundo mandato. A partir de ese día el mundo entró en estado de alerta, los países accionaron y están reaccionando, cambiando aliados y presupuestos. Las empresas se adaptaron rápidamente, muchas veces antes que los gobiernos, y también están impulsando nuevas estrategias, generando otros ecosistemas y fortaleciendo sus cadenas de insumos. Mientras el mundo se sorprende-decodifica y activa, nuestro país transita dinámicas distintas que se asemejan a lo imposible. El nuevo ciclo económico muestra señales de solidez, con una inflación en claro descenso, un superávit fiscal innegociable, capacidad de adaptación, disciplina monetaria y un balance del BCRA fortalecido. Es cierto que de acá a octubre es esperable que la coyuntura se torne más ruidosa, atravesada por tensiones electorales, mayor incertidumbre y señales mixtas. Pero eso no debería ser la base para la toma de decisiones empresariales. En un año electoral, y más aún en una economíaque está aprendiendo a flotar, la volatilidad de corto plazo no debe confundir: el modelo macroeconómico está mostrando consistencia. Sin dudas, el momento es para observar con visión de mediano plazo, y no sobre ajustar estrategias frente a shocks transitorios. ¿Por qué ahora sí? Es la pregunta que más resuena entre empresarios e inversores. Y la respuesta requiere de una visión global. El contexto internacional sigue siendo una matriz de riesgos dinámica, que se recalcula en tiempo real, sin embargo, la respuesta frecuente de wait and see ya no aplica, por el contrario, se observa una agenda de transformación creciente y dinámica en el mundo de los negocios. En este clima de época se impone el friendshoring, una estrategia comercial que implica trasladar las cadenas de suministro o producción a países considerados aliados políticos y económicos. En lugar de buscar únicamente la eficiencia de costos, como en el offshoring o nearshoring, es determinante la estabilidad y seguridad a largo plazo, priorizando la colaboración con las naciones con las que se comparten intereses. Pero hay una novedad dentro esta incertidumbre que ya podemos asumirla como estructural y es el alcance hacia el terreno normativo, hacia el comportamiento de los Estados como garantes. A las incertidumbres más frecuentes, sobre la suerte de las empresas primero, y sobre el andamiaje del sistema económico y financiero después, se suma como novedad un quiebre en las reglas de juego y la institucionalidad global. En este marco de fragilidad institucional, Trump anuncia aranceles del 50% para todos los productos de Brasil y para el cobre de Chile, mientras que al mismo tiempo avanza hacia un esquema más friendly para Argentina. Y hay más. El Mercosur se flexibiliza, deja de lado sus rigideces imposibles, y luego de más de 26 años de desencuentros, el acuerdo con la UE se torna más viable. Entonces la pregunta de por qué ahora sí, va tejiendo su respuesta. Porque el crecimiento de Argentina depende, entre otros factores, de su estrategia de integración al mundo y ese es el rumbo que estamos caminando. "El avance de la Inteligencia Artificial no es solo una revolución tecnológica: es una interpelación profunda al liderazgo. No se trata sólo de incorporar herramientas, sino de transformar mentalidades. Y, sobre todo, de revisar quiénes somos como líderes cuando lo que hacemos empieza a hacerlo una máquina", escribió Nicolás Isola, (presidente de la Fundación Pensar con Sentido Común). Los líderes que se formaron en la etapa previa a la llegada de los millennials valoran la jerarquía y el legado, pero hoy la mirada está en el propósito, el impacto y la relevancia. La cultura es una estrategia, con inteligencia distribuida y aprendizaje mutuo. Las personas están primero, por diseño. Con esta concepción, la incertidumbre no necesariamente es un problema, por el contrario, puede ser un propulsor hacia estos nuevos liderazgos, dado que la autoridad del futuro no se va a ganar con certezas, sino con un nivel de coraje que permita construir credibilidad y empatía desde las dudas. La agenda de la transformación de las empresas también es la agenda de constituir nuevos liderazgos. El cambio efectivo exige más. El desafío de la transformación que enfrentan las compañías es tal que da origen a una nueva figura que emerge en las empresas, el de Chief Transformation Officer (CtrO). Un CtrO es el ejecutivo que lidera cambios organizacionales importantes, como fusiones, adquisiciones o reestructuraciones, e impulsa cambios culturales. Es responsable de la planificación estratégica, la implementación de la gestión del cambio, la participación de las partes interesadas y el seguimiento del progreso de las iniciativas de transformación. Pero, sobre todo, garantiza que la visión y los objetivos de la organización estén alineados con estos cambios y que esos cambios sucedan. Argentina está llamada a ser protagonista, a medida que la macro se sana, la agenda de las empresas deja de ser reactiva y defensiva exclusivamente, y se sube al desafío de interpretar al mundo que viene. Un mundo que no es únicamente el de la disrupción tecnológica, sino también, el de tensiones geopolíticas como flujo constante y ya no cómo shocks esporádicos. Un mundo que es tan incierto que se aferra al valor más sustancial para las estrategias políticas, para planificar negocios y para constituir equipos: la confianza. Nosotros también somos los mejores cuando hacemos lo imposible.