

Como tantas otras veces en la historia reciente y no tan reciente del país, el mundo económico discute hoy en privado sobre un tema excluyente: el futuro del dólar en la Argentina. Nada menos que el impacto financiero, político y social que supone salir más o menos rápido del cepo y el control de cambios.
La cuestión se colocó en el centro del debate para la recta final del ballottage. Casi de manual: Scioli demoniza a Macri acusándolo de proponer una maxi devaluación que bajará los salarios; y Macri lo niega, asociando a Scioli con las penurias del cepo, la inflación y el estado penoso en que termina la administración de Cristina Kirchner. Ventaja para Macri, hasta ahora.
Pero como bien advierte el experimentado Juan Carlos De Pablo, no tiene sentido prestar mucha atención a los anuncios que se formulan en campaña electoral, donde se dice cualquier cosa para ganar un voto y complicar al adversario. Ni siquiera los comentarios que, en público, formulan los referentes económicos de cada espacio. Si se comparan las expresiones públicas de los equipos de ambos candidatos a propósito del futuro del dólar, con las conversaciones privadas que los periodistas mantienen con las personas involucradas en esos cabildeos, se llega a una conclusión bastante habitual en la vida política: parecería que todos mienten un poquito.
Hasta donde se sabe, Macri quiere levantar el cepo lo antes posible y Scioli prefiere una salida gradual para ir probando. El candidato oficial mantendría el cepo y colocaría el dólar oficial hacia marzo en torno de los 12 pesos. El plan requiere eliminar 100% todas las retenciones para recuperar reservas. De modo que los productores sojeros, en lugar de recibir como en la actualidad $ 7 por dólar (9,50 menos 35% de retenciones), pasen a recibir 12 o algo más según cuánto lo puedan convencer a Scioli para la devaluación inicial. Entre tanto, recuperar reservas con dólares financieros que ingresarían si se resuelve el juicio que lleva Thomas Griessa en Nueva York; más un supuesto blanqueo ampliado para repatriar capitales al valor del contado con liquidación.
En el macrismo prometen ser más audaces. Liberar lo antes posible el mercado de cambios sincerando el precio del dólar según las reglas de la oferta y la demanda, pero con intervención del Banco Central y no sin antes anunciar un plan integral con metas monetarias y fiscales consistentes con un programa creíble para bajar la inflación. Recuperar la confianza para que los argentinos estén alentados a vender sus dólares en lugar de seguir comprando. Nada más y nada menos. También bajar retenciones y salir del default técnico.
Como ajuste fiscal, ambos candidatos piensan la misma solución aunque no lo digan: desde luego la devaluación, y eliminar parcialmente subsidios a la electricidad y al transporte. No mucho más. Si Macri libera más el dólar que Scioli, tal vez pueda mantener algo de retenciones a la soja.
Otra forma de reducir el déficit no se conoce en la Argentina. Bajar el gasto público no parece disponible políticamente. En el mejor de los casos y según quien gane, habrá otros anuncios clásicos como congelar la dotación de empleados públicos o revisar los nombramientos políticos que se realizaron durante todo 2015.
La cuestión del déficit fiscal no es un tema menor en toda esta discusión. Definitivamente es la madre de la batalla por el futuro del dólar, cualquiera sea el plan que se aplique para salir del cepo. Porque el problema del dólar en verdad tiene que ver con el exceso de pesos brutal que hay en la economía y que cada vez es mayor como una bola de nieve merced al descalabro fiscal en el que se viene desempeñando todo el segundo mandato de Cristina. Hoy el Banco Central tiene que emitir unos $ 20 mil millones por mes para cubrir el déficit. Los economistas le llaman el flujo mensual que alimenta la inflación y la devaluación.
Pero además está el monumental stock de pesos colocados en instrumentos financieros que vienen atrapados hace 4 años cuando se instaló el cepo, y empresas, familias y particulares se vieron impedidas de retirar sus ahorros para comprar divisas. Solo por los intereses de Letras, bonos en pesos indexados o atados a la devaluación, contratos de dólar futuro y depósitos a plazo fijo, el año que viene se suma una base monetaria entera al gigantesco volumen de pesos que ya hoy amenaza la estabilidad financiera. Un hombre de gran experiencia en los mercados, el ex gerente general del Banco Central, Julio Piekartz, fue el primero hace meses en advertir sobre este tema. Y recomienda consolidar toda esa masa de pesos en un bono en dólares a largo plazo, que con todo gusto aceptarían los bancos. Un plan Bonex voluntario para bancos y grandes inversores.
Conviene recordar que en las recientes experiencias de liberación cambiaria y salida del cepo con Banco Central fundido (Antonio Erman González en 1989/90 y Roberto Lavagna en 2002) los mercados reabrieron y se estabilizaron porque el gigantesco stock de pesos que había en la economía había quedado atrapado en los bancos (pan Bonex y Corralón). También porque en ambos casos se había determinado un fenomenal ajuste fiscal a través de mega devaluaciones previas. En ambos casos, para que regresen los dólares fueron necesarias tres condiciones que hoy también esperan respuesta: recomponer poder político, acordar con acreedores y sincerar el precio del dólar.
Hoy por suerte los argentinos han aprendido y guardan su patrimonio fuera de los bancos. Saben que los Gobiernos a veces terminan incautando los depósitos para evitar corridas. Al revés que en 1989/90 y 2002, hoy la Argentina está llena de dólares. Los tiene la gente. Es una enorme ventaja.
Esta y otras diferencias sus tanciales animan a pensar que puede ser posible sincerar el mercado de cambios y salir más o menos rápido del cepo sin generar un estallido político. Conviene recordar que cuando colapsó la convertibilidad el dólar pasó de 1 a 4 en dos meses. Como si hoy pudiera irse a $ 40, un valor absurdo si se tiene en cuenta que el contado con liquidación vale 14.
Macri promete crear las condiciones para que la gente venda. Es obvio que eso no va a ocurrir a $ 10, el valor del oficial. ¿A qué precio, entonces? La solución ideal sería lograr estabilizarlo en un valor atractivo para el tenedor de divisas, lo suficientemente alto como para pensar que el futuro no seguirá subiendo mucho, pero que no genere un estallido inflacionario. Calibrar esos movimientos es la clave. Lo logró Alfonso Prat Gay en 2002. Pero la mega devaluación ya la había bancado Remes Lenicov y los pesos que podían atacar al dólar venían atrapados en el corralón.
Imprescindible frenar el ritmo de la emisión monetaria y parar la bola de nieve del stock de pesos indexados si se quiere dominar al dólar en un mercado libre. Seguramente ayude una tasa de interés positiva respecto de la inflación esperada, que aliente más a vender divisas y volver al circuito formal de la economía.
Pero si no hay señales contundentes de que se frena la emisión, no habrá devaluación que alcance. Abrir el cepo gradual o de golpe sin frenar el descalabro fiscal que deja Cristina es poco recomendable. Y en este dilema del flujo y el stock de pesos en la economía, todavía hay mucho por ver para saber dónde se estabiliza el dólar. ¿Podrán bajar el déficit? ¿Habrá forma de consolidar la bola de nieve de pesos indexada? Para Macri o para Scioli, el problema, ahora, son los pesos. Los dólares, por suerte, están bien guardados.













