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La Conferencia de las Partes tuvo su 26º encuentro (COP26) entre el 31 de octubre y el 13 de noviembre pasados en el Scottish Event Campus de Glasgow, Escocia, en el marco de la Convención de Naciones Unidas por el Cambio Climático.

Fue el primer evento internacional masivo desde el inicio de la pandemia del coronavirus que puso de relieve las interrelaciones entre nuestros sistemas naturales y sociales, exponiendo y amplificando de manera dramática las desigualdades e inequidades entre las personas y los países.

Glasgow había sido catalogada como la última y mejor oportunidad para mantener el objetivo del Acuerdo de París de limitar los aumentos de temperatura a 1,5°C respecto de los niveles preindustriales; superarlo es como un "código rojo" para la humanidad según el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático).

En esta oportunidad se reconoció la información científica, tal es así que la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, recalcó en el discurso inaugural que para su país y otros pequeños estados insulares, "dos grados es una sentencia de muerte".

Antes de la COP26, el planeta estaba en camino de un peligroso calentamiento global de 2,7°C. Este año, de acuerdo a lo establecido en el Acuerdo de París, las partes presentaron lo que se denomina "Contribución Determinada a Nivel Nacional" (NDC, por sus siglas en inglés), es decir, cómo harán para reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero.

Sobre la base de estos nuevos anuncios, los expertos estiman que actualmente transitamos un camino de entre 1,8 °C y 2,4 °C de calentamiento. Por lo cual ante el ritmo de la crisis climática, las Partes han acordado revisar sus compromisos para fines de 2022 en lugar de los 5 años estipulados en el 2015.

Aún hay tiempo para mantener las temperaturas climáticas en un rango más seguro, como confirman reportes científicos, pero solamente si el mundo puede encontrar antes de 2030 la manera de usar la mitad del carbono que utilizaba a finales de la década de 2010.

Para facilitar este futuro bajo en carbono, se requieren compromisos ambiciosos y enfoques integrales basados en la naturaleza, siempre que se los despliegue en conjunto con una transición hacia las energías renovables, el transporte limpio y la reforma fiscal de los subsidios a los combustibles fósiles.

Por primera vez, los líderes acordaron un lenguaje que promueve una reducción gradual de la energía del carbón y los subsidios a los combustibles fósiles.

La naturaleza fue reconocida como el instrumento potencialmente indispensable en las líneas de acción para dar solución al calentamiento global, 141 países se comprometieron a proteger los bosques y otros tantos a revertir la deforestación para 2030 a más tardar. El compromiso, público y privado, es aportar $ 20 mil millones para la protección de los bosques.

CAPITAL NATURAL

En esta línea, ante la depredación de los bosques, la organización GBM presenta un nuevo activo que une ecología con finanzas. GBMcoin está asociada a la idea de "capital natural" donde con la adquisición de una criptomoneda se resguarda un metro cuadrado de biosfera de la selva paranaense misionera, la yunga salteña, los bosques patagónicos y la turba fueguina.

Esta primera etapa contempla un escenario de acción en tierras argentinas, para luego extender su operativa a otros países. La complejidad y dimensión de la iniciativa se traza bajo alianzas con ONGs nacionales, pueblos originarios y comunidades locales. La fuente de los dividendos se nutre del cuidado, resguardo, y del respeto y complacencia con la naturaleza.

Uno de los mecanismos más efectivos disponibles para complementar las acciones de descarbonización son los mercados de carbono, ya que permite a los países y empresas gestionar de forma rentable sus reducciones de emisiones a nivel nacional mediante la cooperación con otros países y empresas a nivel mundial mediante la compra de créditos de compensación que representan recortes de emisiones por parte de otros.

El resultado clave de COP26es la conclusión del llamado Reglamento de París. Se llegó a un acuerdo sobre las normas fundamentales relacionadas con el artículo 6 sobre los mercados de carbono, lo que hará que el Acuerdo de París sea plenamente operativo.

Esto dará certeza y previsibilidad a los enfoques de mercado y no de mercado en apoyo de las estrategias de mitigación y adaptación. También concluyeron las negociaciones sobre el Marco de Transparencia Mejorado, que prevé tablas y formatos acordados para contabilizar e informar sobre los objetivos y las emisiones.

Siendo realistas, ante los NDC presentados (compromisos de reducción de emisones) que nos encaminan a un escenario de 2,4ºC, el logro del objetivo de 1,5ºC solo será posible si se logran aprovechar niveles significativos de colaboración privada a través de futuros mecanismos de mercado generados por los países en el contexto del artículo 6.2 (voluntarios) o mediante el mecanismo de mercado regulado centralmente establecido en el artículo 6.4 (regulados).

El mercado voluntario de carbono asiste a un vertiginoso crecimiento en los últimos años, en parte por el ascendente mosaico de compromisos de emisiones netas equivalentes a cero, consumados por empresas de todo el mundo.

La adquisición del criptoactivo de GBM generará, a su vez, un crédito de carbono (GBM) certificado de acuerdo a una serie de principios y estándares rigurosamente auditados.

Una vez redimido el Crédito de carbono a favor del usuario final (que desea compensar su huella de carbono en su camino hacia el cero neto), los mismos quedan fuera de circulación, con el fin de evitar la doble contabilización del crédito de carbono y garantizar que el impacto sobre el medio ambiente sea real y transparente.

En el Pacto climático de Glasgow se definió una estructura futura para los mercados de carbono. En general, se considera que el comercio de carbono es crucial para reducir las emisiones de CO2 y GEI porque permite invertir en tecnologías, desarrolla y apoya soluciones que reducirán drásticamente las emisiones actuales.

Estamos transitando una década clave para la acción climática y en materia de biodiversidad; la acción que tomemos hoy determinarán si es la década en la que financiaremos con éxito el fin de la economía basada en el carbono.

Sin aire limpio, agua, o energía disponible, ninguna actividad económica será posible. El capital natural será en un corto plazo el nuevo "oro verde".

Nuestro mundo presenta un horizonte de riesgo vital. Es tiempo de intervenir en forma enérgica, innovadora y sustentable.