Los datos que difundió el Banco Central son impactantes. La última corrida pre-electoral al dólar fue la mayor desde el derrumbe de la Convertibilidad. Entre abril y septiembre, los argentinos compraron (netos) u$s 24.500 millones, entre dólar billetes y giros al exterior. Una cobertura cambiaria que triplicó la corrida de las elecciones legislativas de 2021 (a la salida de la pandemia con cepo) y de 2009 (tras la crisis del campo y la caída de Lehman Brothers, sin cepo). Sólo en septiembre, 1,8 millones de personas comprar u$s 4505 millones de "dólar billete", por encima del pico de la corrida post PASO 2019 (u$s 4000 millones). Un promedio de u$s 2500 por persona (menos personas y mayor monto promedio), que esconde una enorme disparidad, ya que esta vez, a diferencia de otras, no hubo tope para las compras de personas físicas. Si se considera la compra de divisas (netas) totales, que incluye billetes y giros al exterior, en septiembre llegó a u$s 6577 millones, récord histórico desde 2001. Es cierto que parte de esos dólares fueron a pagar el boom de gastos en tarjetas por compras y viajes en el exterior (u$s 840 millones mensuales) y otra parte a abastecer la dolarización de las empresas vía dólares financieros (unos u$s 9000 millones desde abril, hasta que a mediados de septiembre se al restricción cruzada para las personas físicas). Pero a los efectos es lo mismo. Milei podría decir que enfrentó con éxito una de las corridas cambiarias más grandes de la historia. Con la ayuda del FMIy de Trump, por supuesto. El contundente triunfo electoral, tras haber sobrevivido a semejante proceso dolarizador, es lo que deja al Gobierno frente a una oportunidad única para blindar el ancla fiscal en el Congreso y corregir la debilidad principal del plan de estabilización: la falta de reservas en el Banco Central. A la vez que plantea una recalibración de las prioridades para el próximo año: más reservas en el BCRA, más pesos en la economía, más actividad y desinflación más lenta. Todo en un contexto en el que una baja adicional del riesgo país abriría la puerta a la refinanciación de los vencimientos de capital de la deuda. Hay poco más de un año para pisar el acelerador en esa dirección, antes del inicio de la carrera electoral del 2027. Esta nueva hoja de ruta es la que anticipa la euforia en el mercado financiero de la última semana, confiando en Milei no tropezará de nuevo con la misma piedra, el regreso del kirchnerismo en lo político y la escasez de reservas en lo económico. En los primeros días post batacazo en las urnas, el Gobierno ordenó la interna política, bajo el liderazgo indiscutido de Karina Milei -responsable del audaz y exitoso armado electoral- sobre Santiago Caputo. Manuel Adorni, jefe de Gabinete, y Diego Santilli, como ministro del Interior, parecen ser la formula, de mileismo y casta, necesaria para negociar con legisladores y gobernadores la nueva agenda: Presupuesto 2026 y "reformas estructurales" (impositiva y laboral) anunciada para extrordinarias. En lo inmediato, la "normalización económica" pasa por el desarme de las medidas de emergencia adoptadas para soportar la corrida cambiaria electoral, que metieron a la economía en el freezer. Tras la eliminación de las LEFI en julio, el Banco Central endureció fuertemente las exigencias sobre los bancos, elevando encajes y estableciendo mayores restricciones para integrarlos. La estrategia apuntaba a "secar el mercado de pesos", para encarecer hasta niveles exorbitantes el costo de correr al dólar de empresas y personas. La semana pasada empezó a revertirse ese torniquete, con una flexibilización muy gradual, que busca devolver liquidez y reforzar la capacidad prestable del sistema. Además, el Tesoro ya está colocando deuda en pesos a plazos más largos y con rendimientos más bajos. Mientras empieza a liberar pesos en la economía al no aceptar pagar tasas más altas: en la última licitación de letras en pesos, contra vencimientos por $ 12 billones, se renovó 57%, lo que implicó liberar más de $ 5 billones al mercado. El objetivo ahora es opuesto al de la campaña: brindar liquidez, bajar tasas y acompañar la recuperación de la demanda de pesos para reactivar la economía. Sin embargo, lo que todavía no está claro es cómo hará el Banco Central para recomponer reservas y cuál será el régimen cambiario percibido como permanente. En un período del año con mínima oferta en el mercado cambiario (tras el adelanto récord de agrodólares en el escenario electoral). Esto se refleja en una cotización del dólar que se mantiene cerca del techo de la banda. Hasta que ingresen los dólares del trigo en diciembre -unos u$s 5.000 millones--, el puente financiero podría ser la colocación de ON de empresas privadas. El vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, difundió la semana pasada una presentación que hizo para inversores. La próxima etapa del plan a partir de 2026 será la "remonetización" en pesos apoyada por la compra de reservas del Banco Central, tras una primera fase de "estabilización (2024)" y una segunda de "transición (2025)" (Sic.). Siguiendo los cálculos de Werning, para volver a los niveles promedio de base monetaria históricos (2005-2018), el BCRA podría comprar unos u$s 25.000 millones emitiendo pesos. Ese mensaje es música para los oídos de los funcionarios del FMI y los inversores que se posicionan en bonos de la deuda en dólares. El interrogante es si ese esquema es factible de llevar a cabo con las bandas cambiarias vigentes, mientras la cotización se mantenga tan pegada a un techo que se actualiza sólo al 1% mensual. La inflación en octubre se ubicaría algo arriba del 2% y ese sería el piso hasta fin de año. Nada para preocuparse: las prioridades hoy son otras.