Se especula hoy en el mundo político y económico sobre el nuevo valor de equilibrio del dólar para el futuro, después de las elecciones. En general las opiniones y decisiones de los inversores no apuestan ni a un default ni a una explosión cambiaria como supo conocer la Argentina en el pasado. Pero la mayoría considera que las cosas no podrán seguir como hasta ahora. La presión compradora de dólares por parte de las personas y las empresas en las últimas semanas se explica en esta convicción. De los u$s 6300 millones que adelantaron las cerealeras por el pacto fugaz de retenciones cero, el Tesoro solo pudo quedarse con u$s 2100 millones. Solo la semana pasada, aún con las promesas renovadas del respaldo del Norte y confirmados los encuentros de máximo nivel en Washington, el Gobierno tuvo que vender unos u$s 1000 millones cash y más de u$s 2000 millones en Letras con seguro de cambio para evitar que el dólar minorista pasara los 1500 pesos. Está claro que los precios que se discuten para el futuro del tipo de cambio dependen del volumen y el timing del salvataje prometido por la administraciónTrump, y de cómo el Gobierno administre la crisis de confianza política y económica en la que está metido hace meses, que se blanqueó con la derrota electoral de septiembre en la provincia de Buenos Aires, y que no parece fácil de ser significativamente revertida el próximo 26 de octubre. El mejor escenario que se vislumbra podría ser un ajuste moderado para el nuevo dólar de equilibrio, digamos entre 10%, 13%, a lo sumo 15% arriba de los valores actuales. Claro que para que la divisa se mueva sin sobresaltos en torno a los $ 1650, todo debería salir muy bien en los próximos meses. Ambas agendas, la económica y la política. En el peor de los casos, aún con un resultado electoral débil dentro de tres semanas para el Gobierno, y lejos de los números arrasadores que alguna vez proclamó el oficialismo; la contienda no debería mostrar la perspectiva de un kirchnerismo muy ganador y con chances de regreso. Más bien sería necesaria una votación de tercios entre lo que representa Milei, lo que junte el populismo de izquierda, y las opciones no K agrupadas en dirigentes de centro y los gobernadores de Provincias Unidas. Todo eso, apenas para empezar a hablar. Luego debería confirmarse el salvataje del Tesoro de EE.UU., que al menos garantice los pagos de la deuda en 2026, mejor si fuera hasta el final de este primer mandato del Presidente. Ni hablar si se logran respaldos adicionales, como ingreso de fondos frescos o garantías norteamericanas para colocar nuevos bonos. Para que esto ocurra, sin embargo, todo indica que el Gobierno debería realizar como mínimo cambios importantes en el modelo económico, aceptar que se fracasó con lo que tenemos hasta ahora, salir definitivamente del cepo, superar las bandas y flotar de verdad; y comprometer un programa concreto y estricto de recomposición de reservas. Se presume que Washington también reclama gestos importantes en lo político: abrir el juego del Gobierno a la oposición dialoguista para consolidar un bloque parlamentario que garantice avanzar en más desregulación de la economía, y al menos la reforma laboral e impositiva. Semejante ingeniería tal vez exige avanzar en un Gobierno de coalición y repartir cargos en el Gabinete. ¿También buscar otro elenco para el Ministerio de Economía? Esto último luce con muy improbable. El propio Javier Milei declaró en varias oportunidades que mantiene una relación "simbiótica" con Luis Caputo, a quien lo considera merecedor de un premio Nobel. El problema es que seguir con el mismo equipo y el mismo plan que ya fracasó electoralmente en septiembre y se presume de pronóstico reservado en octubre, significará dificultades para lograr adhesiones políticas significativas. Mauricio Macri lo visita al Presidente que lo recibe desconfiado y con el escudo de su hermana Karina. Hace que empuja el ex presidente de Boca, a quien no le queda otra opción en este momento porque no puede quedar pegado al club del helicóptero. Pero no está dispuesto a hacer campaña con el Gobierno y va a esperar el resultado de las urnas para trabajar para él tratando de reconstruir al PRO. Los gobernadores y adherentes de Provincias Unidas ya avisaron que respaldan el superávit fiscal pero pretenden un plan productivo, lo contrario al modelo financiero del actual equipo económico. Es lo que le reclaman a esos mandatarios los empresarios que los apoyan. En las mesas políticas se repite esta frase: "el 27 empieza el 27", a propósito del lunes inmediato posterior al domingo electoral y los planes de cada uno para suceder a Milei en 2027. Al mismo tiempo, se sabe que ni Macri ni los gobernadores están tan convencidos de que las renovadas relaciones carnales con Washington debería llegar al extremo de romper con China y jugarse todas las fichas a un Donald Trump tan radicalizado. No está claro si el doble salvataje que negocia el Gobierno, la dupla Bessent-Macri, se encamina a una realidad o a una expresión de deseos. En lo inmediato quedan ahora y hasta las elecciones 14 jornadas financieras. Para el Gobierno y el Banco Central serán en términos futboleros jugar 14 finales. No parece sencillo que los fondos frescos de la ayuda de EE.UU., aún si todo se confirma, aparezcan antes de las elecciones. Se esperan novedades y detalles a partir de hoy de las gestiones del equipo económico en Washington este fin de semana, y se supone que los mayores anuncios serían en la cumbre Milei-Trump confirmada para el martes 14. Por ahora ni el Presidente ni su Ministro de Economía han aceptado hablar de cambios en la política monetaria y cambiaria. Insisten en que seguirá todo igual después de las elecciones, aún con los valores del actual régimen de bandas de flotación que ya perdió total credibilidad. Agravan el cuadro de incertidumbre al fingir demencia respecto de los resultados del modelo de gestión que a las claras terminó mal y con la necesidad urgente de un salvavidas del Tesoro de EE.UU. sin precedentes para no sucumbir. Todo conectado a una ingeniería política compleja y de pronóstico extremadamente reservado. El caso Espert, entre otros, abre serios interrogantes sobre la capacidad y voluntad que tiene el Gobierno de corregir el rumbo, entre otras cosas para recuperar el voto blando que apoyó a Javier Milei en el balotaje de 2023. La campaña electoral en el principal distrito del país está paralizada para el oficialismo ya que no saben qué hacer con su principal candidato. Habrá que medir también cuánto impacta en Buenos Aires y la zona centro del país la burla a los productores agropecuarios con el falso anuncio de retenciones cero para ellos. Reconocer errores en la gestión política y económica parece la clave central para que se pueda aprovechar la gran oportunidad que se abre con el auxilio de EE.UU. Tal vez la última en esta etapa política, antes de volver a caer en el desastre del pasado reciente. Además de los anuncios y las promesas de los fondos y garantías por venir, el país estará midiendo cada día la verdadera vocación del Presidente y su equipo para corregir. Posiblemente allí, en definitiva, esté la principal respuesta para acertar finalmente el nuevo dólar de equilibrio que acompañe a los argentinos en los próximos meses y años.