

Karina Rabolini tomó aire antes de responder. "No te podes reír de la desgracia de alguien", recriminó, entrecortado, la esposa de Daniel Scioli. La primera dama bonaerense, al borde del llanto, acababa de escuchar en el programa de Alejandro Fantino, anteanoche, a Florencio Randazzo en Carta Abierta augurando que sin su candidatura, se corría el riesgo de que "el proyecto se quedaba manco". Una declaración que llevó a unas disculpas a medias del ministro de Transporte e Interior; una marcha atrás de los filósofos K y críticas desde dentro del propio Gobierno. Hasta un acto presidencial para promulgar la creación de Ferrocarriles Argentinos, al final sin cadena nacional, opacado por la controversia cuando se pensaba como un hito para coronar la única precandidatura que no se sumergió en el "baño de humildad" cristinista, para enfrentar al bonaerense en la interna de la sucesión K.
Lágrimas de verdad, como sostiene el sciolismo; o impostadas, como entiende el randazzismo; el cuasi llanto de Rabolini amplificó en medios y redes sociales algo que en realidad había ocurrido el sábado. Es cierto que Scioli es uno de los primeros en desdramatizar la falta de su brazo derecho, perdido en un accidente de lancha en 1989. En Transporte y hasta cierta parte del sciolismo, aducen que fue sin mala intención la metáfora. Entre varios "no" gestuales del ministro, las risas ensordecieron el auditorio.
"Una vez más la impunidad mediática de la que hablamos. Con ver el video queda claro que no me refería a Daniel Scioli, sino al proyecto", explicó Randazzo en Twitter en un tibio pedido de disculpas "si alguno (léase, Rabolini) así lo creyó". Tampoco lo respaldaron algunos propios. El coordinador estratégico para el Pensamiento Nacional, Ricardo Forster, pidió perdón por haber festejado el juego de palabras. "Me encantaría que venga", rompió el intelectual K la desinvitación de Carta Abierta a Scioli. "La gente lo va a castigar", pronosticó Aníbal Fernández. El jefe de Gabinete, anotado para suceder a Scioli, está pintado de naranja. Pero hasta ultraK, como Diana Conti y Carlos Kunkel, ya le han pedido al chivolcoyano que baje los decibeles de la campaña.
En sintonía, en el deslucido acto randazzista que se quedó sin cadena, Cristina Fernández de Kirchner pidió ayer su tropa un nuevo baño: uno de ideas. "Yo quiero escuchar a los hombres y mujeres de nuestro espacio político hablar de estas cosas, no de pavadas, ni haciendo pantomimas". Cerca del ministro entendieron que era una crítica al llanto karinista, por la mediatización (materia que en La Plata tienen diploma de postgrado). Pero el sciolismo y parte del PJ retrucó que el saco le cabía a todos. "Dijo todos nuestros candidatos", esbozaron, recordando que hasta la campaña bonaerense levantó temperatura en chicanas.
Para evitar la sobrevictimización (habitual método defensivo del que lo acusan sus detractores), como siempre el sciolismo mantuvo fuera del barro a su líder. Randazzo, en cambio, continuaba anoche aclarando. Cuando se sabe que el que tiene que explicar, pierde.













