Kristalina Georgieva la pasó mal cuando, jugando de local en la última asamblea de primavera boreal del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington DC, dijo que Argentina debería evitar "descarrilar" del camino correcto. La frase fue interpretada como un mensaje a los argentinos en un año electoral, un llamado a votar al oficialismo. Al día siguiente, aclaró que se refería al Gobierno, que no tenía que caer en la tentación del aumento del gasto público de los años electorales. Es decir, no descarrilarse del ajuste fiscal. En menos de 24 horas Georgieva vivió -no por primera vez- la intensidad de quedar en el fuego cruzado de la política argentina, donde el Fondo ya conoce de acusaciones de haber dado un préstamos "político" sobre el stand by firmado en el Gobierno de Mauricio Macri, o de hacer la vista gorda en las revisiones cercanas a las elecciones, como en el caso de octubre de 2023. Con esos antecedentes, el FMI aceptó correrse del todo de la discusión. La segunda revisión, prevista para septiembre, pasará para principios de 2026 con datos a fin de diciembre. Así lo pidió el representante de la Argentina ante el Fondo, Leonardo Madcur, quien argumentó un "sólido compromiso con el programa" y aseguró que "esta recalibración permitirá una implementación más oportuna, evitando la volatilidad electoral de los períodos de evaluación. Por lo tanto, el ligero retraso refuerza el diseño del programa y protege el impulso de la reforma". Los objetivos cuantitativos se han ajustado debido a los retrasos en la acumulación de reservas. "Las autoridades solicitan exenciones por incumplimiento basadas en medidas correctivas, incluyendo el retorno de las reservas internacionales netas a los objetivos originales del programa para finales de 2027", indicó el reporte. "Las autoridades también solicitan una pequeña reestructuración de las revisiones restantes para alinearlas mejor con los puntos de referencia y objetivos estructurales de fin de año y para dar tiempo suficiente para la implementación de su estrategia multifacética de reconstrucción de reservas", agrega también el análisis que los técnicos le presentaron al directorio del Fondo. "En consecuencia, los criterios de desempeño para todas las revisiones semestrales restantes se basarían en los objetivos de finales de diciembre y finales de junio, con siete revisiones semestrales adicionales previstas (en lugar de ocho al momento de la aprobación del programa)", detalla sobre el nuevo cronograma. De esta forma, se evita sumar tensión cambiaria -con el mercado pendiente de cómo evaluaría el Fondo la economía argentina- en medio de un escenario que podría recalentarse por su propia estacionalidad: los comicios legislativos de octubre, incluido el territorio más relevante en materia de votos: la provincia de Buenos Aires. Sobre el punto del ajuste fiscal, la primera revisión del acuerdo del acuerdo de Facilidades Extendidas firmado con el FMI en abril es taxativa y avala la 'regla fiscal' de Milei: no puede ampliarse el gasto si no se acompaña con las fuentes de financiamiento que permitan cubrirlo. En cuanto a las elecciones, en Washington DC saben que la agenda de reformas que se prevé que comience a avanzar hacia fin de año espera justamente las elecciones para ver qué "apoyo" legislativo tendrá el Gobierno para avanzar. En ese marco, la revisión vuelve a destacar la necesidad de trabajar en el consenso para las medidas, con sus riesgos políticos y el impacto en el descontento social.