

La ruptura entre el presidente Javier Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, tras la habilitación de una sesión parlamentaria en el Senado que facilitó la aprobación de leyes contrarias al oficialismo, marcó un punto de inflexión. En diálogo con Radio Rivadavia, el consultor político Jorge Giacobbe trazó un diagnóstico de la pelea, evaluó el impacto en la opinión pública y anticipó posibles escenarios. Para Giacobbe, lo que antes fue una alianza con equilibrios precarios se convirtió en una fractura irreversible que obliga a cada parte a redefinir su lugar en el tablero.

Jorge Giacobbe definió la situación entre Javier Milei y Victoria Villarruel como un divorcio político de difícil retorno. A su entender, la vicepresidenta tomó una decisión que la distanció del núcleo duro del oficialismo al enfrentarse simultáneamente con las dos figuras más potentes en imagen dentro del gobierno: el presidente y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Según el consultor, Villarruel actuó de acuerdo con la percepción que la opinión pública tenía de ella hasta ese momento: una figura fuerte y valiente. Ese perfil, indicó, fue reforzado por estudios cualitativos que la ubicaban en el mismo grupo simbólico que otras mujeres con reconocimiento en la política como la propia Bullrich o Cristina Kirchner entre sus simpatizantes.
Giacobbe sostuvo que durante los primeros meses de la gestión, Villarruel llegó a tener incluso mejor imagen que el propio Milei. Sin embargo, cuando comenzaron los roces internos y el presidente intensificó sus ataques, la imagen positiva de la vicepresidenta se redujo a la mitad. Pero aclaró que ese retroceso no implicó una caída hacia una percepción negativa: su imagen pasó de positiva a regular.
El analista utilizó una metáfora gráfica para describir esa transformación. Explicó que el electorado que antes la valoraba no la condenó ni la rechazó, sino que la desplazó de un lugar de afecto a uno de reserva: "Es como si Milei le hubiera dicho a su público ‘saquen a Villarruel de la heladera y tírenla'. Pero el público la sacó de la heladera y la metió en el freezer".
Para Giacobbe, ese cambio deja abierta la posibilidad de que la vicepresidenta pueda ser "consumida" o "utilizada" políticamente más adelante. Según su lectura, el electorado no destruyó su figura, sino que decidió ponerla en pausa, a la espera de cómo se desarrolle la crisis. De allí se desprenden dos posibles caminos: que Villarruel se enfrente de manera abierta y divida el electorado libertario, o que intente sortear el conflicto sin romper definitivamente, a la espera de que la opinión pública le conceda un nuevo rol.
Sobre la reacción de Milei, Giacobbe evaluó que su estilo confrontativo sigue rindiéndole políticamente, aunque con matices. Afirmó que el Presidente continúa cosechando apoyo entre quienes no se identifican con el kirchnerismo y que las formas -por más rudas que resulten- siguen siendo consideradas un asunto secundario mientras se mantenga la expectativa de una mejora económica.

Respecto de la composición del apoyo electoral del presidente, Giacobbe lo dividió en dos segmentos. Por un lado, un 30% de votantes que lo adoptaron como bandera desde las redes sociales, con mayoría de varones menores de 51 años. Por otro, un 25% adicional que provino del electorado de Patricia Bullrich, con mayoría de mujeres mayores. Mientras que los primeros lo defienden por convicción, los segundos lo acompañan como una circunstancia, siempre que crean que los está llevando "a un lugar mejor".
En relación con Villarruel, Giacobbe evitó afirmar que se lanzó a una nueva carrera política, pero sí sostuvo que entró en una nueva etapa. Remarcó que el conocimiento público de su figura creció, que ya no se la percibe solo como vicepresidenta leal, y que ahora hay que esperar para medir cuál será el impacto real de su movida.
Finalmente, consideró que la ruptura difícilmente se repare. Aunque Milei en otros momentos recompuso relaciones políticas con figuras como Bullrich o Mauricio Macri, Giacobbe opinó que en este caso el presidente percibió una traición, y eso, para él, es una línea roja. Recordó que Milei puede romper o recomponer según los casos, pero cuando interpreta que lo traicionaron, no hay retorno posible.
En su balance, el consultor identificó que hay "dos Milei": uno que confronta para reordenar, y otro que rompe sin vuelta atrás. En el caso de Villarruel, el conflicto escaló hasta un punto en el que la relación se volvió insostenible. Según Giacobbe, será la opinión pública la que decida si Villarruel podrá capitalizar el conflicto o quedará congelada en el "freezer" político.













