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Tras un período inicial que generó optimismo, la economía argentina parece haber entrado en una fase de estancamiento preocupante. Los primeros semestres de 2025 revelaron una desaceleración que contrasta con las proyecciones iniciales y plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del crecimiento.
Así, lo que en un momento se vislumbró como un repunte marcado, hoy muestra una volatilidad que comienza a generar signos de alerta en el horizonte.
Distintas consultoras analizaron minuciosamente estos movimientos, detectando patrones que sugieren un camino cuesta arriba para los próximos meses. Factores como la volatilidad de las tasas de interés, ciertas maniobras para atajar la inflación y la incertidumbre política en un año electoral se combinan para dibujar un escenario "complejo".
A medida que nos acercamos a fines de 2025, el consenso de mercado comienza a ajustar a la baja sus expectativas, anticipando un crecimiento más moderado de lo previsto. Los analistas advierten sobre la fragilidad de este panorama y señalan los puntos críticos que podrían definir el rumbo económico, poniendo en tela de juicio las proyecciones más optimistas del oficialismo y llamando a la cautela ante un posible enfriamiento.
Se estancó la actividad económica: los signos de alerta que ven los analistas para fines de 2025
GMA CAPITAL: volatilidad y brecha histórica en la recuperación
El informe de GMA Capital se enfoca en el comportamiento irregular de la actividad, con cuatro bajas en seis meses y un estancamiento evidente en el segundo trimestre de este año.
Lejos de la expectativa de un repunte sostenido, en la actualidad se sitúa incluso por debajo del nivel registrado en diciembre de 2024, lo que sugiere una contracción real que no logra consolidarse.

Si bien las cifras interanuales pueden parecer alentadoras con un aumento del 6,4% frente a junio del año pasado, esta mejora se explica principalmente por la baja base de comparación de un período donde la "recuperación en V" recién comenzaba a gestarse.
El análisis de GMA Capital se vuelve aún más exigente al considerar la perspectiva histórica. A pesar de que la serie desestacionalizada ronda máximos desde 2017, la realidad es que, en términos per cápita, la actividad se encuentra aproximadamente un 11% por debajo del pico alcanzado en 2011.
Esta brecha significativa es la que, según la consultora, explica la disonancia entre los indicadores macroeconómicos y la "sensación" de recuperación, reflejando que el crecimiento aún no se traduce en una mejora tangible para la mayoría.
La relativa estabilidad que siguió a la salida del cepo cambiario no fue suficiente para anclar un repunte contundente. El ciclo de crecimiento fue errático y mostró sesgos sectoriales, con la intermediación financiera y el comercio como los principales motores de la actividad, traccionando con aumentos del 28,7% y 11,5% interanual respectivamente.
Esta dependencia de unos pocos sectores genera vulnerabilidad, especialmente ante cambios en las condiciones macroeconómicas, señalaron desde la consultora.
Pensando en los próximos datos y el cierre del año, GMA Capital advierte que la volatilidad de las tasas de interés experimentada desde mediados de julio de 2025 probablemente tendrá un impacto negativo en la actividad económica.
Dado que los sectores más dinámicos fueron aquellos sensibles al financiamiento, un encarecimiento del crédito podría frenar su impulso. El consenso de mercado proyecta un crecimiento promedio del 5% para 2025, pero para alcanzarlo, la economía debería encadenar un crecimiento mensual superior al 0,6% en los próximos cinco meses, algo que, según los datos preliminares, "luce difícil".

INVECQ: techo de crecimiento y arrastre estadístico engañoso
Invecq justifica la preocupación general al señalar que la economía argentina cerró el primer semestre de 2025 con claras señales de estancamiento.
Desde febrero de este año, cuando la actividad alcanzó niveles comparables a los picos de mediados de 2022 y fines de 2017, no ha logrado sostener el impulso. La economía permanece sin superar ese umbral, evidenciando un "techo" de crecimiento que frena las expectativas de una expansión. En junio, la actividad se ubicó un 1,3% por debajo de aquel pico, confirmando la contracción.
El crecimiento interanual del 6,4% y el acumulado del 6,2% en el primer semestre, si bien parecen positivos, deben analizarse con cautela por la baja base de comparación del primer semestre de 2024, período en el que la actividad económica había experimentado una caída significativa del 3,6% interanual. Este "efecto rebote" no es un indicador de fortaleza estructural, sino más bien una recuperación de lo perdido. Esta aclaración se repite en los análisis de cada una de las consultoras.
Tras ese complicado período inicial de 2024, la economía inició una fase de recuperación en el tercer trimestre de 2024, que se extendió de manera casi sostenida hasta febrero de este año. Sin embargo, desde entonces, la actividad se mantuvo estancada y no logró superar los niveles alcanzados en ese pico.
En el segundo trimestre, el avance fue casi nulo, con un crecimiento de apenas 0,1% trimestre a trimestre. Esto se debe a la combinación de una caída en junio, una revisión a la baja en abril y una contracción en mayo.
Con estas correcciones, el arrastre estadístico -es decir, el crecimiento que se obtendría si la economía se mantuviera en el nivel de junio- dejaría a 2025 con un crecimiento del 4% interanual. Esta cifra se ubica por debajo de las proyecciones oficiales y del Fondo Monetario Internacional (FMI), que estiman entre 5% y 5,5%.
Invecq advierte que el comienzo del segundo semestre tampoco es auspicioso, con datos de julio que muestran contracciones en sectores clave como la actividad industrial (-1,4% según FIEL), la construcción (-0,4% según Índice Construya), la producción automotriz (-5,3% según ADEFA) y la molienda de soja (-7,2%).

El estancamiento no solo se refleja en la producción, sino que también impacta en el poder adquisitivo, con el salario formal privado en julio un 1,2% por debajo del nivel de febrero. Y si bien los créditos en pesos al sector privado siguen creciendo en términos reales (2,8% en julio), su ritmo se desacelera. La contracara preocupante es el fuerte aumento de la mora en los préstamos familiares, que trepó al 5,2% en junio.
Pensando a futuro, Invecq concluye que el segundo semestre estará condicionado por tasas de interés históricamente altas, incompatibles con una recuperación sostenida de la actividad y que se mantendrán elevadas hasta las elecciones para contener el dólar.Tras la tensión electoral, se espera un reacomodamiento que podría dar algo de oxígeno a la actividad económica.
LCG: Fin del rebote y costos de la desinflación
LCG comparte una visión cautelosa, indicando que la economía argentina acumula una caída del 1,3% en los últimos cuatro meses, con altas y bajas que impiden un crecimiento sostenido. La contracción de "apenas" 0,6% contra diciembre se explica principalmente por el crecimiento observado en el primer bimestre del año, lo que sugiere que el "crecimiento rebote" impulsado por la baja base de comparación podría haber llegado a su fin.
En esa línea, la consultora interpreta que la economía parece empezar a amesetarse en niveles inferiores a los de mediados de 2022, que marcó el último pico de actividad.
Uno de los principales factores que LCG identifica como un freno para la actividad es la estrategia gubernamental para acelerar la desinflación, o al menos evitar una aceleración desmedida, en la previa electoral. Esta política, según la consultora, probablemente tendrá costos significativos en términos de actividad económica. La contención de los salarios, con el Gobierno evitando homologar paritarias con aumentos superiores al 1% mensual, impedirá una recuperación del consumo masivo, motor clave de la economía.
Además, la sensible suba de tasas de interés afectará directamente la demanda de crédito. Este último había sido un factor principal de la recuperación en los últimos meses de 2024, apalancando el consumo de bienes durables. Con tasas elevadas, el crédito se encarece y su accesibilidad disminuye, frenando esta importante vía de consumo y, por ende, la actividad económica en general. La demanda interna se resiente ante estas condiciones.
En este contexto, LCG proyecta un sendero volátil para la economía, con períodos de altas y bajas, que difícilmente implique un crecimiento sostenido y pujante en los próximos meses.
Sus estimaciones para 2025 se sitúan en un crecimiento anual de entre el 4,5% y el 5%. Sin embargo, la consultora enfatiza que aproximadamente 4 puntos porcentuales de este crecimiento se explican por el arrastre estadístico que dejó el último dato, lo que significa que el crecimiento genuino y estructural sería considerablemente menor.

JP Morgan (a través de Wise Capital): Ajuste a la baja por desaceleración y volatilidad
El banco estadounidense J.P. Morgan, en un informe analizado por Wise Capital, ajustó a la baja sus estimaciones sobre la economía argentina, reflejando una visión más pesimista para el próximo año. La entidad redujo su proyección de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) para 2025 del 5,3% al 4,7%.
Según el documento de J.P. Morgan, esta revisión a la baja responde a una combinación de factores clave. La desaceleración registrada en el segundo trimestre de este año es un indicador fundamental, mostrando que el impulso inicial se diluyó. A esto se suma la persistente volatilidad de las tasas de interés, que genera incertidumbre en el mercado y encarece el financiamiento, y la inestabilidad política que caracteriza al proceso electoral, la cual suele impactar negativamente en las decisiones de inversión y consumo.
A pesar de este recorte en las proyecciones de crecimiento, el informe de J.P. Morgan destaca algunos avances positivos en la macroeconomía argentina. Entre ellos, la consolidación del superávit fiscal y la moderación de la inflación, que el banco proyecta en un 26,8% interanual para diciembre de 2025. Estos logros. importantes para la estabilidad, no logran compensar las debilidades en otros frentes.
Sin embargo, el banco advierte que la falta de certezas en el ámbito político y la inestabilidad financiera podrían tener un impacto negativo significativo. Estos factores tienen el potencial de golpear fuertemente el consumo interno, así como el desempeño exportador y la estabilidad macroeconómica general en los próximos meses.
En cuanto a la actividad específica, el reporte señala que en junio la economía creció apenas un 0,5% respecto al promedio del último trimestre de 2024, se ubicó un 0,6% por debajo de diciembre y un 0,5% por debajo del máximo post-pandemia de 2022, confirmando la desaceleración.
Orlando Ferreres & Asociados
Por su parte, el IGA de Orlando Ferreres & Asociados apunta a que el periodo de crecimiento "rebote" llegó a su fin. Desde febrero de 2025, la actividad económica mostró una preocupante incapacidad para mantener el impulso, entrando en una fase de estancamiento. De hecho, el informe señala que la actividad actual se sitúa por debajo de los niveles de diciembre de 2024, un dato que contradice las proyecciones más optimistas de crecimiento del PBI.

La realidad, según la consultora, es que el arrastre estadístico de la situación actual apenas permitiría un crecimiento del 4%, marcando una brecha considerable con las expectativas oficiales.
Al igual que otros especialistas, coinciden en que la contención salarial está impidiendo una reactivación del consumo masivo, y cuestionan la volatilidad de las tasas.
La consultora traza un panorama de un "sendero volátil, con altas y bajas", que difícilmente se traducirá en un crecimiento pujante y sostenido a lo largo de 2025.
Los datos más recientes ya reflejan una contracción en sectores clave como la industria, la construcción y la producción automotriz en julio, mientras que el poder adquisitivo del salario formal privado sigue sin recuperarse y la mora en los préstamos familiares se eleva. Todos estos elementos configuran un "mosaico de alertas" que exigen una mirada crítica y proactiva ante la posibilidad de un enfriamiento económico prolongado.














